En este artículo: Cuba, Camilo Cienfuegos, Fidel Castro, Revolución cubana
Por Leidy Quintairos Molina/ Radio Cadena Agramonte.
Hoy se cumplen 61 años de aquel trágico día de octubre que en principio pareció un rumor, pero que con el pasar de las horas terminó siendo cierto: Camilo, el barbudo de la sonrisa amplia y el sombrero alón, había desaparecido en el mar.
“Hombres habrá traidores, pero pueblos no, y menos Camagüey”, subrayó el 21 de octubre del 1959 aquel que se ganó el epíteto de Señor de la Vanguardia, justo en tierras agramontinas, adonde vino por orden de Fidel a terminar con la acción sediciosa Huber Matos aquí.
Su muerte, apenas 10 meses después del triunfo del 1ro de enero, significó un gran vacío en las filas de la dirección de la Revolución.
En muy poco tiempo, Camilo Cienfuegos había asumido un protagonismo relevante como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Y más aún, se había ganado el cariño del pueblo, testigo de la confianza que Fidel tenía en él. En Camagüey se le quería a todas, desde su presencia en la primera celebración por el Día Internacional de los Trabajadores en Cuba soberana.
Por eso, cada 28 de octubre, le honramos desde el corazón… desde el doloroso recuerdo de aquel avión en que despegó y nunca más tocó tierra.
Este año, aun en medio de la situación provocada por la pandemia de la Covid-19, no será diferente. De forma organizada, y siguiendo las medidas sanitarias, se seguirá la tradición de llenar con flores la costa, los ríos, las presas de la geografía camagüeyana.
Es eso lo que se llama fidelidad; un sentimiento que en tiempos tan convulsos como los que vivimos, salva; un sentimiento que nos heredó Camilo en su respuesta a Fidel cuando lo nombró Comandante: “Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza”. (Foto: Archivo)