Por Elda Cento
La figura legendaria de Ignacio Agramonte ha atraído sobre sí la admiración de contemporáneos y sucesores. Pocas figuras de la historia de Cuba han sido reverenciadas por generaciones, como una suerte de "caballero sin miedo y sin tacha", en el grado del héroe epónimo del Camagüey.
Es indudable que una de las fuentes de este sentimiento es la hermosa relación amorosa entre Ignacio Agramonte y Amalia Simoni, iniciada en el verano de 1866, poco tiempo después del regreso de la familia Simoni-Argilagos de un largo recorrido por las principales ciudades europeas.
Vencidas las reservas iniciales del doctor José Ramón Simoni, el matrimonio se celebró en la Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad, el primero de agosto de 1868, en momentos en que se concretaban los preparativos para iniciar la lucha contra España, a la que Agramonte se incorpora el 11 de noviembre de 1868, marchando Amalia a su encuentro pocos días después.
"La moral de Ignacio Agramonte" afirmó Antonio Zambrana, era inalterable: para ella no había ni tentaciones ni distingos". Recordaba además sus palabras: "Nos prometimos mi mujer y yo fidelidad mutua cuando nos casamos [...] no me creo menos ligado que ella por ese compromiso: cuando contraigo alguno, es para siempre, para cumplirlo rigurosamente."
Las cartas de Agramonte a su esposa expresan el cariño hacia ella y sus hijos, Ernesto y Herminia, a la que no conoció: "Idolatrada esposa mía: Mi pensamiento más constante en medio de tantos afanes es el de tu amor y el de mis hijos. "Pensando en ti, bien mío, paso mis horas mejores, y toda mi dicha futura la cifro en volver a tu lado después de libre Cuba."
Su muerte en combate impidió ver materializado ese sueño.
Amalia, la fiel compañera que valoró de traición la oferta del militar español que le propuso incitara a su esposo a la presentación, recordaría siempre las palabras de Ignacio escritas cuando aún eran novios: "No vuelves a quedar sola otra vez, como dices; allá te acompaña mi pensamiento que nunca te deja, mi amor está contigo; allí tienes mi alma."
(*) Investigadora de la Oficina del Historiador de Camagüey