Al término de la temporada ciclónica de 1932, exactamente el 31de octubre, procedente del Atlántico, hace su entrada en el mar Caribe un ciclón de gran magnitud, que afectó territorios de Las Antillas y Centroamérica, pero su mayor ensañamiento fue con un pequeño pueblo ubicado al sur de Camagüey. En Cuba, la trayectoria del meteoro había sido detectada y seguida por los observatorios de Belén y el Nacional Laico, los cuales el propio día 8 de noviembre emitían opiniones diferentes. La última de estas fue más precisa y avisaba que sobre la provincia de Camagüey existían serias amenazas, algo que se hizo realidad en las primeras horas del día 9, cuando el fenómeno toca tierra, por un punto situado aproximadamente a 60 Km, al oeste de Santa Cruz del Sur, exponiendo a la pequeña ciudad al embate terriblemente combinado del viento y el mar. El fenómeno atmosférico traía consigo vientos que sobrepasaban los 250 Km por hora, que soplando allí del mar a la tierra, empujaron sobre la ciudad, situada a metro y medio sobre el nivel del mar, olas que alcanzaron en el momento clímax, alturas entre 22 y 30 pies, las cuales literalmente sepultaron la localidad. Desde el propio día 8 de noviembre el estado del tiempo dejó ver vestigios de que algo grande pasaría, sin embargo los pobladores del sureño municipio, confiados en las experiencias anteriores no tomaron las medidas necesarias para preservar la vida, la furia de los vientos y la intensidad de las olas convirtieron a Santa Cruz del Sur una mezcla de madera y muerte. Más de dos mil personas perdieron la vida, y cientos quedaron heridas, pero no fue hasta el día 10 que llegó cerca de Santa Cruz del Sur el primer tren de ayuda, el cual, junto a los que arribarían después, trasladaron a Camagüey a los sobrevivientes de la catástrofe. Las causas del desastre podrán atribuirse a muchos factores, objetivos y subjetivos, pero no cabe dudas que la despreocupación y la falta de previsión de las autoridades políticas nacionales y provinciales, son las que más pesaron en el fatal desenlace de los acontecimientos.