Ahora, en este punto, me yergo con mi alma robusta.
(Walt Whitman, en "Canto de mí mismo")
Su Señoría:
Permítame expresar que comparto todo lo expuesto en esta Sala por mis cuatro hermanos de causa: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González y Fernando González. Ellos hablaron con dignidad y coraje ante esta Corte. Nuestros alegatos se fundamentan en la estricta verdad, en la solidez de los principios que abrazamos y en el honor del heroico pueblo cubano. Honrado es destacar que los abogados y sus asistentes actuaron con gran profesionalidad, honestidad y valor, así como que el trabajo de las traductoras, de Liza, de Richard y de los alguaciles fue con una alta ética y profesionalismo.
Al comienzo escribí en el diario de mis largos días: "...el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber." Son palabras de José Martí, que a más de un siglo de expresadas, impulsan, viven y son esencia de lo más puro y altruista.
Muchas veces es difícil
encontrar vocablos precisos,
pero estos han estado dentro de mí:
agolpados,
estremecidos,
incubados en la verdad,
esperando romper la fuente y ver la luz.
Y ha llegado el día.
Permítame explicar, Su Señoría, de la forma más diáfana y concisa, mi razón:
Cuba,
mi pequeño país, ha sido
atacado
agredido
y calumniado,
década tras década,
por una política
cruel,
inhumana
y absurda.
Una guerra verdadera,
voraz y abierta
de terrorismo,
precursor del horror;
de sabotaje,
generador de ruinas;
de asesinato,
causante del dolor,
del dolor más profundo,
la muerte.
No solo los documentos y datos del Gobierno de Cuba han puesto al descubierto esta agresión, sino los propios documentos secretos del gobierno de los Estados Unidos, que él mismo ha desclasificado.
Esta agresión ha incluido el reclutamiento, pago y entrenamiento de agentes contrarrevolucionarios por la CIA; la Invasión de Girón; la Operación Mangosta; pretextos para una intervención militar; planes de asesinato a jefes de Gobierno y Estado; infiltraciones de grupos armados; sabotajes; violaciones del espacio aéreo; vuelos espías, riego de sustancias bacteriológicas y químicas; ametrallamiento a las costas y edificaciones; bombas en hoteles y otros centros sociales, culturales, históricos y turísticos; provocaciones de todo tipo, con crueldad y con saña.
Y como resultado de estos actos: