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Por Mariela Peña Seguí/Radio Cadena Agramonte.
Amelí tiene 18 años y sobrevivió al terremoto del 12 de enero en Haití. Ahora que, aparentemente ya ha pasado lo peor, se enfrenta a otros problemas igualmente difíciles: la supervivencia en solitario luego de perder a toda su familia, y el acecho de delincuentes que roban y violan, que siembran el terror por las calles de Puerto Príncipe.
Noticias así se conocen día a día. Y son escalofriantes. Luego del desastre natural, sobreviene el desastre humano en Haití. Este presupone mucho dolor, sobre todo en sectores muy vulnerables entre la población, como mujeres y niños.
Si a escasas horas de ocurrido el sismo, no sorprendía la muerte en el país caribeño, ahora se han hecho cotidianas las violaciones y los secuestros; los criminales pescan en río revuelto, y se aprovechan para acosar y violar mujeres y niñas refugiadas en carpas.
El director de la policía en la ciudad de Puerto Príncipe ha dicho que no hay cifras, pero que organizaciones femeninas denuncian los hechos y alertan a oficinas de Naciones Unidas en Haití.
Inicialmente la ayuda humanitaria se había enfocado en los alimentos, el agua y otros factores, pero sin reparar en la protección de la mujer, y ahora éstas y las niñas son más vulnerables a los ataques.
Haití necesita que cesen el miedo y la muerte, la violencia y el desorden.
Duele ver a un país devastado por el desastre, pero duele mucho más la miseria humana que asola a esa nación y hace que su gente sea más pobre.
Vuelva el mundo entero sus ojos hacia Haití. Las mujeres y las niñas de ese país lo necesitan.