Por Eduardo de Jesús Figueredo Ballester.
A Guadalupe Fernández Pedroso, Lupe, la conocí justamente el día en que comencé a trabajar en Radio Cadena Agramonte. Poco más de dos décadas han pasado desde entonces, pero a ella, a pesar de no estar ya, la recuerdo como una de las primeras gratas impresiones.
En el rostro de esta mujer, nacida en Camagüey el 12 de diciembre de 1948, rara vez es visible una carcajada, y no porque sea una persona amargada, sino porque asume la vida con tanta seriedad, que se concentra demasiado en cumplir con el deber. Por eso, quienes alguna vez lograron arrebatarle una sonrisa, la guardan como un divino tesoro, porque aun así, ella es querida y de qué manera.
Su paso por Cadena Agramonte comenzó en el año 1983 como secretaria en el Departamento de Transmisiones, en aquel entonces, dirigido por el inolvidable Esteban González Ortiz, de quien confiesa haber aprendido mucho. No en vano tras su jubilación, Lupe pasó a ocupar ese cargo, pues ya había demostrado su consagración y disciplina laboral como Jefa de Planta. “Después de las cuatro de la tarde y hasta las 12 de la noche –recuerda-, era yo la máxima autoridad en la emisora, y lloviera, tronara o cayeran raíles de punta, cumplía al pie de la letra mi horario de trabajo”.
“Eran años en los que el amor por la Radio se le notaba a uno por encima de la ropa. En aquel entonces los salarios eran muy bajos; yo ganaba menos que muchos locutores, grabadores, editores y musicalizadores, que eran mis subordinados, y sin embargo, nunca pensé irme de la Radio.
“Incluso me ofrecieron empleos mejor remunerados, pero esa idea jamás me pasó por la cabeza. Después que uno descubre la Radio, es muy difícil abandonarla. Mi jubilación estuvo precipitada por adversidades biológicas que quebrantaron mi salud. Tenía una hernia discal y debía operarme. El ritmo tan acelerado de trabajo, el sube y baja de escaleras, el tener que salir constantemente a la calle para resolver problemas, eran casi imposible en mi estado; así que decidí retirarme, pero la nostalgia aún no la he superado”.
Sin embargo Lupe no ha dejado de trabajar nunca; se considera a sí misma hiperquinética, así que “nunca estoy sentada con las manos cruzadas, siempre tengo algo que me mantenga en jaque”.
“Desde que me jubilé, nunca me he sentido aburrida. Tengo una amiga que cada vez que me llama me cuenta que se siente sola y aburrida, y siempre le digo que busque qué hacer, que la vida nos ofrece un millón de oportunidades”.
Ella, por ejemplo, lleva casi 20 años como responsable de la Organización No gubernamental Caritas en la iglesia católica de Nuestra Señora de la Merced, hasta donde llega cada domingo a las cinco de la mañana para preparar el desayuno que ofrecen a los adultos de la tercera edad que concurren allí.
Y aunque Lupe hace ya un buen tiempo que no desanda los pasillos de Cadena Agramonte, no logra desprenderse de la Radio. “Prácticamente no veo televisión, solo Vivir del cuento, y la telenovela; el resto del tiempo escucho Radio. A pesar del boom de las nuevas tecnologías, este es un medio que por la calidad de sus programas, todavía hay un público que lo prefiere”.
Para Guadalupe Fernández Pedroso, tras los cambios en las políticas editoriales, el periodismo cubano, aunque lento, avanza. “Observo muy buenos valores en esa disciplina, y también en la locución, de la que creo hay muchas personas con las condiciones histriónicas, éticas y morales para realizarla, a pesar de no tener un título universitario”.
Quien dirigiera en Cadena Agramonte a locutoras y locutores, recuerda como Consuelito Vidal, una gloria de la especialidad en Cuba, decía en todos los escenarios que cuando comenzó en la Radio y la Televisión, tenía solo cuarto grado de escolaridad.
“Además, para hacer Radio –considera-, hay que estar enamorado de ella. Los salarios del medio son bajos, por eso para garantizar su subsistencia hay que sentir amor por lo que se hace, creer en las buenas causas”.
Habló también de la necesidad de una armoniosa relación entre las diferentes generaciones de radialistas, y evocó la integralidad de figuras que encumbraron el nombre de Cadena Agramonte, como Isidro Ramírez, Francisco Canela Ciurana, Esteban González Ortiz, Brenda Graciela Vilató, Servando Hernández Llanez, Mario Crespo Fuentes, Mercedes Bango “La Gallega”, Nino Moncada, Sonia, Dilvia, Esperancita y Calixta, “entre otras muchas personas que marcaron una época, una pauta, para que esta planta radial, esté en la preferencia del público”.
A todos esos nombres sumo yo el de Guadalupe Fernández Pedroso, Lupe, quien dedicó muchos años de su vida a Cadena Agramonte, y lo sigue haciendo desde la sala de su casa, pegada a su radio-receptor, ahora como la más fiel de las oyentes.