Andrés Miguel Pérez, un loco por la Radio

Por Arailaisy Rosabal García/ Radio Cadena Agramonte.

Cuando Andrés Miguel Pérez habla de la Radio, un brillo hipnotizador se apodera de sus ojos. Quien está frente a él queda entonces prendido de su mirada, y termina contagiándose de tanta pasión. Y es que para este “guajiro de pura cepa”, que llegó a la Radio por la potencia de su voz, convertirse en actor, escritor y narrador, fue como vivir en carne propia la metamorfosis de Kafka. Aunque él asegura que sigue atado a sus raíces montunas.

“He sido lo que he querido ser en la Radio (…) pero no logro desprenderme de mi naturaleza guajira. De hecho, muchas de las novelas y cuentos que escribo, incluidas Las historias de monte adentro, tienen como escenario el campo”.

Más de 20 años y numerosos premios en concursos y festivales de la Radio avalan la trayectoria profesional de Andrés Miguel en Cadena Agramonte, a quien ha entregado muchos años de su vida, pero con un gusto tremendo.  

Andrés Miguel es un todoterreno de la Radio: actúa, escribe y narra. De las tres, ¿cuál prefiere?

Las tres para mí son vitales. Si me pones a escoger, diría que para cada una de ellas tengo un momento especial. El hecho de escribir, presupone que tienes que abstraerte, concentrarte en lo que haces, dedicarle un momento especial; y así también lo es actuar y narrar. Son tres funciones muy diferentes, pero que tienen ese punto en común.

La actuación dramática es una de las especialidades que mayor personalidad aporta; uno deja de ser uno mismo para convertirse en príncipe, en mendigo, en anciano, el mexicano, el gallego, en fin, el personaje que te toque por el libreto, por tanto, requiere de una entrega y concentración muy especial.

Todos esos cambios de personalidad me ayudan a la hora de escribir. En tanto, cuando narro, tengo que estar en todos los lugares en que se mueven los personajes y de alguna manera tengo que ser cada uno de ellos también.

Por eso, las prefiero a las tres, y a las tres les doy el corazón.

Como actor, ¿qué personajes lo han marcado más y cuál ha sido el más difícil?

En más de 20 años de trabajo, podrás imaginar el sinnúmero de personajes que he hecho, pues he tenido la fortuna de trabajar en cada uno de los espacios dramatizados que tiene la emisora. Un personaje que me marcó muchísimo fue Tulio Amado Sincero en La furia de los volcanes. Era un personaje negativo, pero con muchas aristas: un sádico, asesino, criminal, pero a la vez un nostálgico, romántico a su modo. Como se dice en buen cubano: “me di banquete con él”. Generalmente para este tipo de personajes uno tiene que desdoblarse por completo, y entonces el reto es mayor.

También he disfrutado mucho ser el Mayor Duarte del espacio Guardia Operativa. Me encanta hacerlo, por lo enérgico que es. Otro personaje positivo importante para mí es el de Máximo Gómez, que asumí en el cuento “Adiós mi General”, en el que represento dos facetas de su vida: la de hombre en el lecho de su muerte, y la de General de guerra.

De todos, el personaje que más he respetado y me ha costado muchísimo trabajo, es el Che. Incluso, creo que me voy a jubilar sin llegar a interpretarlo como quiero. Hay tanta grandeza en él, que uno siente como actor que nunca le va a llegar al fondo. Recuerdo que siendo niño, un buen día mi padre apareció por el trillo corriendo y gritándole a mi madre: ¡Mataron al Che, mataron al Che!; y se abrazaron y lloraron. Yo entonces no entendí aquella escena, pero con el tiempo comprendí por qué había tanto sentimiento en ella. He perdido la cuenta de las veces que lo he interpretado y siempre que lo hago me pongo un poco sentimental, a veces hay hasta que parar la grabación y darme un sacudión.

Andrés Miguel ha escrito también de todo: novelas, policiacos, cuentos, humorísticos, musicales, variados, hasta promociones y menciones. ¿Disfrutas todos los géneros por igual?

Mi espacio preferido es “Historias de monte adentro”. Me divierto muchísimo escribiéndolo, es un programa que intenta ser costumbrista, que recrea la vida en el campo. Yo estoy muy marcado por mi vida campesina, y me gusta mucho escribir sobre eso. De mis novelas, la que más aprecio es precisamente Así es la vida, que está relacionada con la vida en el campo. Ese es un tema recurrente en mí.

Te confieso que disfruto mucho escribir también menciones, promociones, porque en muy corto espacio estás obligado a transmitir un mensaje que plantee un problema, una solución y una enseñanza. Es un reto escribir ese tipo de productos. No hay ningún género en la Radio que me resulte menor y todos, para mí, son difíciles.

Para Andrés Miguel, la narración, no por más tardía es menos importante.

Así es. Narrar es la cosa más linda de la vida, porque tienes que estar en todas partes, tienes que ser omnipresente, omnisciente. Si tú estás narrando una escena de amor, tienes que estar enamorado, tienes que ser romántico. Si hay una catástrofe, tú tienes que transmitir la angustia de la persona que la sufre, pero a la vez tienes que expresar la dignidad, el coraje del bombero que va a rescatarla. La narración no es solo voz, es también sentimiento. Existe una diferencia tremenda entre narrar y comentar una novela.

Ahorita decía que se ha dado el gusto de hacer de todo en la Radio, pero, ¿siente que le queda algo pendiente?

Me gustaría mucho hacer el personaje de Claudio, de la novela del escritor británico Robert Graves, Yo Claudio. Desde que la leí, siento unos deseos tremendos de interpretarlo.

Un buen actor, si no tiene tras de sí un buen director, es como un islote en medio del océano. ¿Ha tenido entonces la suerte de trabajar con buenos directores?

He tenido directores que son maestros de la Radio, que me han formado. Yo vine del monte, sin una educación artística, y fueron ellos los que me encaminaron, con consejos, con palos, con caricias, pero enseñanzas al fin. Puedo mencionar a José Martínez Estévez, José Alberto González Quiroga, María Dolores Abín. Les agradezco muchísimo a ellos mi formación como actor; ellos han sido mi academia.

¿Cómo logra Andrés Miguel conjugar con maestría tantas profesiones?

Quienes trabajamos en la Radio somos locos. Solo así, con locura, se logra.