Camagüey, bloqueo, Gases Industriales, innovaciones

La mayor recompensa de un camagüeyano (+ Fotos)


Por: Gladys Dailyn Morera Cordero
El esfuerzo, el amor al trabajo y el sentido de pertenencia, son las claves del camagüeyano Juan Carlos Sanz Parra para enfrentar las consecuencias de la política genocida impuesta a la Isla.

Con anécdotas e historias de su vida, relata que en los 52 años dedicados a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Gases Industriales de la provincia, esas ideas unido a su labor constante, prestigian a esa entidad que no detiene las producciones gracias a muchas de sus innovaciones.

Cuenta además que inició el camino con 17 años moviendo botellones, limpiando y barriendo, hasta convertirse en el jefe de mantenimiento, gracias en gran medida, a varios cursos especializados y a los dos años de superación sobre plantas químicas y mecánicas en Alemania.

Luego, en la Mayor de las Antillas no solo creó una familia, sino que también consolidó una vida profesional plena con mucho sacrificio y abnegación en tiempos difíciles con roturas y averías complejas que lo obligaban a él y a sus compañeros, a permanecer días en el centro laboral porque sabían que de ellos dependía el derecho a la vida de muchas personas.

A sus 68 años y con la mirada perdida en los recuerdos dice con orgullo que en condiciones de vulnerabilidad se mantuvo durante toda la pandemia, “con el pie en el estribo” como aseguró el General de Ejército Raúl Castro Ruz.

“No se podía paralizar la producción, había que apoyar las labores para la arrancada de sorbitol en Florida, las bombas de Ciego de Ávila y Morón”, asegura Juan, quien no termina porque falten ejemplos, sino porque la voz se le apaga poco a poco y se humedecen los ojos al pensar en los días tristes en que tantos cubanos perdieron su vida.

Recupera sus fuerzas y añade convencido que cada día es bueno para innovar, y a su vez, hacen frente a otro virus letal: el bloqueo.

Entonces, menciona algunos de las soluciones que le ahorran al país millones de pesos por importación, como por ejemplo la sustitución de todos los aros de las plantas de la entidad que eran japoneses y se gastaban cada tres meses alrededor de 25 000 pesos y hoy cuentan con los creados por ese colectivo, empleados en su mayoría para las labores en los compresores de oxígeno, de aire y de acetileno.

Razones suficientes para resistir y aunque este jubilado aporta a las nuevas generaciones y es parte de la solución del gran reto que significa poder asegurar el oxígeno medicinal a cada paciente: “ese es mi gran orgullo, unido a mis hijos y a mi familia es la mejor recompensa de todas”.


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