Por Dania Díaz Socarrás/Radio Cadena Agramonte
El alzamiento en Las Clavellinas el 4 de noviembre de 1868 marcó la incorporación de Camagüey a las gestas independentistas cubanas, dicen los libros de texto, pero hay allí mucho más que contar.
Como en buena parte de la historia, se escapan en la premura de las largas listas de hechos históricos y personalidades, nombres, detalles, actos y aptitudes como la de Salvador Cisneros Betancourt por aquellas fechas.
El Marqués, al conocer por un telegrama de José Ramón Betancourt que 150 rifles enviados por las autoridades españolas llegarían al puerto de Nuevitas para enfrentar a los patriotas de Oriente, únicos alzados hasta ese momento, aseguró que tendrían que pasar las armas sobre su cadáver para llegar a Oriente y que él lo impediría solo o acompañado.
Un buen número de 76 jóvenes, emparentados, por ejemplo, 14 de ellos con el apellido Betancourt y 12 con el Agramonte, como contaba la prestigiosa historiadora camagüeyana Elda Cento Gómez, lo siguieron.
Fueron a interceptar las armas en el paso del río Saramaguacán conocido como Las Clavellinas, a aproximadamente tres leguas de la entonces ciudad de Puerto Príncipe.
Hombres dispersos se habían movido ya hacía los montes lugareños, unos por ansia libertaria y otros por miedo a la represión, a que se repitiera aquella terrible represión de los años ´50, de aquel mismo siglo XIX, que ya habían vivido.
Pero el 4 de noviembre de 1868 un número nada despreciable para aquellos inicios se había unido, el valor le había ganado a las dudas y Camagüey había entrado en la guerra, era el único modo de cuidar la poderosa lucha en Oriente, era el mejor modo de ser dignos y coherentes con la Patria.
Ese mismo día se supo de los hermanos Arango por Guáimaro, San Miguel de Nuevitas y Bagá; cada quien procuró aportar algo de libertad y luego no se detuvo el empuje.
Ya en 1869 Camagüey comenzaba su larga historia de ser testigo y parte de las Constituciones, de hacer historia por la República independiente, por la revolución a la que después no se renunció, a la que no renunciaremos desde Camagüey jamás. (Foto: Archivo)