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Retos de danza y vida asumidos con amor (+ Fotos)


Camagüey, 8 mar.- La expresión siempre sonriente; ella no sabe hablar sin mostrar ese gesto que emana alegría. A pasos firmes y con sus temores guardados en un bolsillo oculto, así va Lisandra Gómez de la Torre, directora del Ballet Contemporáneo de Camagüey, madre de esa gran familia.

Para muchos solo la sangre representa genealogía o parentesco; para ella la realidad va más allá. Su amor por la danza la hizo la figura maternal del Contemporáneo y, en no poco tiempo, sumó a este linaje las dos creaciones más importantes de su relación con Jesús Arias Pagés, sus dos pequeños.

Mi maternidad confieso que fácil no fue, aclara, pero jamás resultó un impedimento para mí. Trabajé hasta casi el momento de dar a luz.

Con la barriga bien grande impartí clases y ensayé junto a los muchachos, porque soy una mujer que se enfoca en lo que está haciendo, y a los siete meses de dar a luz a mi primer hijo, Carlitos, pude incorporarme y volver a los escenarios, explica.

No cesan en sus labios las palabras de agradecimiento a su esposo y a todo el equipo de trabajo, quienes jamás soltaron su mano, y asegura que ser mamá le ha permitido ver la vida de una forma diferente. Sonreírle a Carlitos y recibir el beso de Zoe, su otra hija, se ha convertido en la nueva pasión de esta joven mujer.

“Mi día a día comienza desde temprano y es un proceso que tiene que ser bien organizado. Me divido entre ayudar a mi niño adolescente a prepararse para ir para la secundaria y, una Zoe que necesita que mamá este con ella mientras toma su leche, en ese momento no me importa llegar tarde al trabajo, porque una como madre y mujer tiene que darle a sus hijos la mayor importancia y ser su sostén durante el proceso de desarrollo y descubrimiento de su personalidad”, comenta.

Cuando el reloj marca la una de la tarde se le ve agitada, apenas le alcanza el tiempo para terminar de almorzar. En ese momento se despide de todos en el ballet y se va toda sofocada.

“Terminando en la compañía voy para la escuela Vicentina de la Torre, mi segunda casa, ese lugar donde estudié y en el que ahora imparto clases a las niñas de tercer año de Nivel Elemental, un trabajo verdaderamente apasionante”.

Arropada por el sol de la tarde, regresa a casa y entonces, envuelta en el ajetreo de los quehaceres del hogar, vuelve a sonreírle a Carlitos y espera ansiosa el beso de Zoe en la mejilla, tal como si encontrara en ellos el remedio para el cansancio, porque ser madre, dirigir y enseñar es una rutina diaria que requiere de esfuerzos y mucho amor, aunque para una mujer de retos como Lisandra, vivir a plenitud se sintetiza en danzar la vida con la seguridad de disfrutarla en cualquier escenario. (Alexis Peña Hernández/Estudiante de Periodismo) (Fotos: Cortesía de la entrevistada)


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