
Camagüey, 10 dic.- La noche del 9 de diciembre de 1981 el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz clausuró el V Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, en el Teatro Alkázar, y después del mediodía de la jornada siguiente visitó la sala de terapia intensiva, en ese momento en construcción, del Hospital Pediátrico Provincial Eduardo Agramonte Piña.
Recuerdo y es una anécdota que perdura en mi memoria, terminada de redactar la reseña del foro de salud, el director del periódico Adelante, Armando Boudet Gómez dijo: Prepárense, que a las siete de la mañana deben estar listos para una cobertura.
Lo primero que me vino a la mente fue: seguramente una salida con Fidel, sin embargo, la idea se desvaneció: Sergio del Valle, ministro de Salud Pública inauguraba la ampliación del hospital general de Santa Cruz del Sur.
De tránsito hacia la región sureña es obligado pasar por el costado de la institución de salud para niños y adolescentes. Algo me llamó la atención: en la azotea del centro asistencial permanecían apostadas personas vestidas de civil.
En un intercambio de miradas con Esteban Ramírez, corresponsal de Juventud Rebelde, en Camagüey, en esa época, nos dimos cuenta de que alguna noticia importante estaba por producirse.
El Lada Comby, guiado por Luis Leyva Sedeño, chofer; y en el que viajaban, además, Jorge Lorenzo Florat Betancourt, fotógrafo (fallecido) y Adolfo Silva, periodista de la Agencia de Información Nacional, hoy ACN, cuyo deceso se originó hace pocos días, no podía detenerse, debía de seguir hacia Santa Cruz del Sur.
Con la interrogante, apenas finalizó la ceremonia en Santa Cruz del Sur, nos dispusimos a regresar a Camagüey, aunque el resto de los colegas, de otros medios, decidían quedarse allí para almorzar.
Solo era sospecha: les dije, se lo van a perder, como en realidad sucedió.

Frente al Palacio de Pioneros Camilo Cienfuegos, seguimos con la vista la azota del pediátrico y, en efecto, aquellos hombres, permanecían allí, lo que motivo que le dijera al chofer: sigue y en la otra cuadra dobla a la derecha y cuando estés frente al pediátrico parquea.
Había un Mayor de la Seguridad del Estado, a quien conocía. Pregunto: ¿Qué hacen? Señalé con el dedo índice hacia la punta de la nariz, en gesto de olfatear lo que iba a suceder.
Al penetrar estaban Manuel Chaos Piedra, miembro del Buró Provincial del Partido y el Mayor García, jefe de Seguridad Personal en Camagüey. Hicieron la misma pregunta y con igual respuesta. “Dispérsense por ahí”, dijeron los anfitriones.
Ambos compañeros me invitaron a ir hasta la dirección del hospital y allí García, empleó un teléfono, marcó un número que por discreción no mire, mientras acto seguido exclamó: ¡Vamos, dentro de diez minutos está entre nosotros el Comandante en Jefe”.

Al filo de la 1:55 de la tarde el máximo líder de la Revolución arribó a la institución. Desde que se advirtió su presencia la masa trabajadora del centro dio muestras de cariño, respeto y admiración.
Durante el recorrido se detuvo en el área donde se enclavaría la estación de Enfermería de la sala, con capacidad de trece camas, de ellas tres para niños con insuficiencia renal.
Fidel intercambio con la directora Teresa Guerrero sobre los años de graduada como pediatra, mostró interés por la capacidad de camas y mientras observaba diferentes detalles de la edificación exclamó: ¡Va a quedar muy bien!
Dialogó también con la especialista Rebeca Escobar y con la enfermera Aleida Corrales, quienes en declaraciones posteriores señalaron la alegría de haber conversado con Fidel y la recia personalidad suya.

Otras de las indagaciones estuvieron relacionadas con el lugar donde se construía la policlínica de especialidades pediátricas, por cierto cercana a este sitio principal.
No olvido que a Fidel le presentaron al director provincial de Salud y al notarlo excedido de peso le propuso realizar ejercicios para bajar y, sin pensarlo mucho, se abrió la chaqueta, mostró no estar excedido de libras, mientras echó por tierra la engañosa información de los enemigos de la Revolución de que utilizaba protector antibalas.
Fue una jornada inolvidable y que reafirma la grandeza de Fidel, a menos de ocho meses de cumplir el centenario de su natalicio en Birán. (Texto: Enrique Atiénzar Rivero/colaborador de Radio Cadena Agramonte) (Fotos: Jorge Lorenzo Florat Betacourt)