Principal prócer del Camagüey, conocido también como El Mayor; de su apellido se ha generado el gentilicio más amado por los habitantes de esta porción de la geografía cubana: agramontinos.
En la reunión del Paradero de Las Minas, apenas comenzada la Guerra Grande, Agramonte arremetió contra quienes aún vacilaban acerca del destino de Cuba, al decir: “¡Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España por la fuerza de las armas!”.
Participó como delegado por Camagüey en la Asamblea de Guáimaro, celebrada el 10 de abril de 1869, en la que fue redactada y oficialmente aprobada la Primera Constitución de la República en Armas.
Sus hazañas militares lo ubican entre los grandes estrategas de la lucha armada; el rescate del brigadier Julio Sanguily, con apenas 35 hombres enfrentados a todo un batallón español, constituye una muestra de lo más excelso del arte militar cubano.
Ignacio Agramonte, espada y flor de Cuba