Cuba, socialismo, Fidel Castro, 16 de abril de 1961

Cuba socialista ante el mundo


Por Marta Gómez Ferrals / ACN.

Porque sus presupuestos ideológicos correspondían plenamente con la salvaguarda de la libertad y soberanía alcanzadas, el programa de justicia y equidad que transformaba el país y con la conciencia patriótica de la mayoría del pueblo, el rumbo socialista de la Revolución Cubana fue proclamado en acto multitudinario realizado en La Habana el 16 de abril de 1961, víspera de la luego derrotada invasión a Playa Girón.

Ese día un Fidel Castro preclaro anunció ante la nación y el mundo la decisión, nada menos que a las puertas de la Necrópolis Cristóbal Colón -en la intersección de las calles 23 y 12, en el Vedado-, durante el entierro de las víctimas de una agresión enemiga artera: el bombardeo a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba.

La sobrecogedora y enardecida multitud de cubanas y cubanos concurrente a la manifestación de duelo y coraje lo escuchó  y reafirmó su aprobación,  por aclamación y poniendo en alto los milicianos sus fusiles.

Y aunque los sucesos de aquellas horas y el dolor por la caída de compatriotas, catapultaron sucesos y muchas decisiones políticas de entonces como suele ocurrir, la vida luego demostró que el camino del socialismo era una necesidad histórica que el Gobierno Revolucionario debía asumir para cumplir sus objetivos esenciales y más, como se aspiraba en bien del pueblo.

Sería un socialismo a la cubana, conducido por un estratega extraordinario, el Líder de la Revolución triunfante. Así se recuerda su estremecedor nacimiento en presencia una multitud de compatriotas conmovidos por el patriotismo y el dolor, y por una declaración consecuente con lo que allí acontecía y al mismo tiempo resguardaba el futuro.

Desde el triunfo de los revolucionarios, el gobierno de Estados Unidos y la contrarrevolución nativa comenzaron a ejecutar constantes agresiones y sabotajes en toda la geografía nacional, pagados y pergeñados por el imperio.

El 15 de abril de 1961, andando ya la Operación Pluto que introdujo más armamentos y explosivos destinados a los desafectos y terroristas del país,  aviones de las Fuerzas Armadas de EE.UU. bombardearon bajo camuflaje las bases áreas ubicadas en Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, asesinando a siete cubanos e hiriendo a más de 50.

Al siguiente día, en las puertas del camposanto, ante un pueblo que enarbolaba fusiles, Fidel expresó:

“Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”.

“Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes, y por esta Revolución estamos dispuestos a dar la vida”.

Su denuncia puso al desnudo la cruda realidad del hostigamiento, agresiones y sabotajes que Washington empleaba criminalmente contra la Isla desde el Primero de Enero de 1959, marcador del nacimiento de una nueva vida de justicia para el pueblo con la derrota de la dictadura de Fulgencio Batista, quien huyera del país.

Sin embargo, Fidel señaló que con Cuba sucedía algo distinto a la práctica imperial de siempre, conocida en el país cuando sufriera intervenciones y ocupaciones norteamericanas –la ocurrida a fines del XIX y principios del XX-, y otras naciones como México, Panamá, República Dominicana, Nicaragua y Haití también sufrieron esas experiencias.

Dicotomía marcada por una suerte de piratería y filibusterismo del siglo XX, internacional, ilegal y abusivo. Una guerra no declarada que no podía calificarse como tal, pero incluía constantes bombardeos a ciudades cubanas portuarias, sabotajes a centros económicos y crímenes. Ante los ojos impávidos del planeta.

Entonces anunció su certeza de que los bombardeos del 15 de abril con toda seguridad eran el preludio de una agresión e invasión mayor, ya inminente.

Estaba en lo cierto, como tantas veces, pues al día siguiente una fuerza mercenaria armada, instruida y pagada por la Casa Blanca inició la invasión por Playa Girón y Playa Larga.

Con el ridículo nombre, por su rimbombancia de Brigada de Asalto 2106, aquel hatajo de vendepatrias, sin dignidad, entereza, ni valores o ideales (no más que el amor desmedido al dinero) fue neutralizado y derrotado sonoramente en menos de 72 horas por  milicianos y antiguos combatientes del Ejército Rebelde.

Aquella respuesta significó una página de gloria para América Latina. Fue la primera derrota del imperialismo en el hemisferio.

El hijo pródigo de sucesivos gobiernos norteños, el mercenarismo, desde entonces sigue en las mismas, soportando fracasos, solo con las satisfacciones que le produce bailar al ritmo del dinero, que por cierto es fugaz y debe ser zapateado con renovado empeño.

Para ello existe toda una industria tan lucrativa como miserable. Es verdad que han causado hondos dolores, pero no han vencido, ni lo harán.

Seguirán viviendo a costa de los contribuyentes estadounidenses, quienes en general están ajenos o nada pueden hacer contra el gran poder decisor que complace los caprichos de la derecha más extrema.

En tiempos actuales el Socialismo cubano ha mostrado su mayoría de edad, no exento de horas muy difíciles y de la comisión de errores, que incluso fueron reconocidos y combatidos en su momento por el Líder Histórico de la Revolución, Fidel Castro.

Equivocaciones que jamás opacaron los logros contundentes, pero que son motivo de preocupación y de esfuerzos por eliminarlas, conscientes todos de los riesgos que esto puede entrañar.

Pero el pueblo continúa vinculando el Socialismo con la voluntad hecha realidad de justicia social, integridad moral y la soberanía innegociable de la nación, por intensas que sean las colosales campañas de mentiras y manipulaciones enemigas que intentan dañarlo, desde las redes sociales y medidas monstruosas como el bloqueo económico, comercial y financiero que impone a la Isla el gobierno norteño.

Por eso fue ratificado como opción política y como sistema en la Ley de Leyes aprobada en 2019, moderna, progresista e inclusiva, bajo el presupuesto martiano de Con todos y para el bien de todos.

La decisión clara e irrefutable del pueblo, permite que  el nuevo Parlamento y Gobierno se proclamen felizmente el próximo día 19 de abril, tras mayoritario voto popular, con la ratificación de la opción socialista, pésele a quien le pese. (Foto: Archivo)


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