Camagüey, Cuba, Revolución, independencia, soberanía, Carlos Manuel de Céspedes, Fidel Castro

Una sola Revolución para multiplicar, una Revolución por entender


Por Dania Díaz Socarrás/Radio Cadena Agramonte

Por estos días está en las redes una etiqueta que nos regresa a esencias fundamentales que nos conectan con ese pasado que a veces parece lejano y nos devuelve con más certezas al presente: #UnaSolaRevolución.

Pero si desde la enseñanza primaria los estudios históricos se nos dividen en períodos y más períodos de guerras, treguas y luchas nuevas, ¿por qué somos una sola Revolución?

Fue el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz quien lo planteó así, como ha llegado hasta hoy, en 1968, un siglo después de comenzada la primera guerra independentista cubana.

Mucho le falta a los planes de estudio actuales de la historia local y nacional, mucho de frialdad sobra en los libros. Mucho más se debe buscar en sitios históricos y museos, en interpretaciones conscientes de lo que hemos sido, para entender la unidad de los tiempos, parte importante en la unidad del pueblo, por la que se perdieron guerras y la unidad que nos hará ganar siempre.

Pensemos en por qué comenzó aquella gesta y por qué fueron todas las luchas hasta 1959. El propósito fue siempre el mismo: una Cuba independiente y soberana, no solo reformas ni anexión a España, Estados Unidos o cualquier otra metrópolis.

¿Qué valores movieron a Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, por solo citar los más conocidos?, ¿o a Máximo Gómez, quien sin ser cubano de nacimiento entendió e hizo suya la causa?

Qué principios les dieron fuerzas para dejar familias y carreras profesionales, lanzarse a la manigua a pasar hambre y quizás morir. Fueron los mismos por los que Fidel, abogado como Agramonte, renunció a su cómoda vida para pasar años de expedición, mangle, sierra, muerte…, o por los que Ernesto Che Guevara, también hecho cubano en el camino, entregó años de su débil salud y su fuerte coraje a la libertad de esta nación.

La soberanía y el sueño de una República con todos y para el bien de todos, como lo definió José Martí, coincidente con la concepción de todas las constituciones mambisas y posteriores, resultaron tan similares como el humanismo de liberar esclavos o el de hacer esperar la expedición del Granma por rescatar a un hombre. Tan parecidos como el arrojo de Céspedes de luchar con 12 hombres después del ataque a Yara y el de Fidel de ganar con los siete fusiles reunidos en su reencuentro con Raúl en Cinco Palmas.

Solidarios, honestos, buenos amigos, éticos, seres humanos extraordinarios, protagonizaron cada acción de la Revolución posible gracias a un mismo sistema de valores.

Esos valores se convirtieron, luego del triunfo, en un Playa Girón victorioso por mantener la independencia, en declaraciones de principios antimperialistas, en el cumplimiento del programa del Moncada, en alfabetización, escuelas y médicos por doquier, en misiones internacionalistas, en verdaderas ayudas humanitarias y en esta lucha constante por seguir siendo una Cuba cubana en la que no cabe ningún intento seudorevolucionario que nos aleje de la libertad y la soberanía.

La historia de Cuba, su estudio, su análisis profundo más allá de etapas, tablas, fechas y hechos, la trascendencia de sus acontecimientos, las virtudes y no lo débil, sino lo humano de sus protagonistas, es la garantía esencial de un presente seguro y un futuro con la sola estrella que porta la bandera.

Es la garantía de la descolonización definitiva, con la unidad que tantas vidas costó y cobró, con la Patria que no puede darse el lujo de ser un concepto manipulado porque no lo sepamos defender desde la historia que no queremos volver a vivir, y de la que ocuparnos superficialmente sería tan letal como olvidarla. (Foto: UCCFD)


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