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National Geographic, Cortejo de los pingüinos, Connotación romántica, Documentales

Fieles, pero no monógamos: la curiosa reproducción de los pingüinos


National Geographic, 16 feb.- El cortejo de los pingüinos ha venido siempre acompañado de cierta connotación romántica. Tanto en los documentales de naturaleza como en algunos éxitos de taquilla, como la película de animación Madagascar (2005), suelen mostrarlos como unas aves completamente entregadas a la pareja y al cuidado de la familia. Y en parte es así. Pero eso no quiere decir que sean estrictamente fieles. Esto es, que solo tengan ojos para sus respectivas parejas. Al menos, no todas las especies de pingüino.

La monogamia en el reino animal es relativamente residual, pero es bastante frecuente en el mundo de las aves. Según WWF, la practica cerca del 90% de estos animales. En el caso de los pingüinos, además, es una decisión bastante eficaz, habida cuenta de que estos animales tienen que maximizar los recursos energéticos en mitad de unas condiciones extremas y su capacidad de sacar adelante a la prole en determinadas circunstancias; no es precisamente una tarea fácil. En este sentido, le sale más a cuenta repetir con la misma pareja que buscar una nueva aventura. Es el caso de los pingüinos de Adelia (Pygoscelis adeliae) o el pingüino emperador (Aptenodytes forsteri) que, después de pasar meses en el mar, se desplazan a las mismas zonas de cría año tras años para reencontrarse con la misma pareja. Pero no todos los pingüinos son igual de ‘románticos’. 

Si uno atiende a las estadísticas, estas dos especies son más bien la excepción, no la regla. Aunque la mayoría de estas aves se aparean con la misma pareja reproductiva, eso no significa que no copulen con otros individuos antes de establecerse en su colonia de cría para anidar. El amor entre pingüinos es responsable, pero no fiel.  

“Se puede decir con toda seguridad que los pingüinos no son sexualmente monógamos. Muchos de ellos prueban el terreno antes de buscar pareja para la temporada, a veces copulando con otros miembros de la colonia que ya tienen pareja, lo que provoca un drama de proporciones de telenovela”, apunta Emma Mark, ecóloga evolutiva de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda.  

Pareja de pingüinos barbijo

Esto sucede, por ejemplo, cuando un macho no regresa o incluso se retrasa en su vuelta a la zona de cría. En estos casos, su abnegada compañera no se quedará ‘compuesta y sin novio,’ sino que buscará otro macho con el que aparearse. Algo lógico, habida cuenta de que la mayoría de estas aves solo se aparean una vez al año. Este nuevo emparejamiento no suele ser para nada un problema, a menos que aparezca la pareja oficial, en cuyo caso la pelea está asegurada.  

La monogamia social de los pingüinos ha sido profusamente documentada por la comunidad científica, con numerosos estudios que han documentado esta práctica en muchas especies. Por ejemplo, en el año 2000, un equipo del Centro Nacional Patagónico (COCINET) y la Wildlife Conservation Society realizó un estudio con pingüinos barbijo (Pygoscelis antarctica) en la Antártida, donde documentaron que aproximadamente el 82% de las parejas permanecían juntas entre temporadas reproductivas sucesivas, principalmente debido al éxito reproductivo previo. Pero que vuelven cada año no significa que sea un paraje para siempre.  

En el mundo de los pingüinos, las hembras no soportan un fracaso reproductivo. Es lo que se documentó en estudios científicos como el capitaneado por Williams y Rodwell en 1992 con pingüinos de Adelia (Pygoscelis adeliae). Descubrieron que las hembras cambiaban de pareja más frecuentemente cuando el macho no se había reproducido con éxito el año anterior. En otras palabras. Cuando la reproducción fracasa, los ‘divorcios’ se disparan. 

En resumen, aunque los pingüinos son a menudo considerados monógamos, su comportamiento reproductivo es flexible y puede incluir tanto la monogamia como la poligamia, dependiendo de la especie y las circunstancias. Los numerosos casos documentados en muchas especies prueban esta hipótesis. En algunas ocasiones, como por ejemplo cuando se produce un desequilibrio en la proporción de machos y hembras, algunos individuos pueden adoptar comportamientos poligínicos (un macho que se aparea con varias hembras) y poliándricos (una hembra con varios machos), aunque esto no es demasiado común.  

Otro factor que puede estar afectando la duración de las parejas estables es la disponibilidad de alimento. Las poblaciones de pingüinos están reduciéndose como consecuencia de la disminución de kril ca causa del cambio climático y las actividades pesqueras, mientras que los cambios drásticos en la banquisa como consecuencia del aumento de la temperatura están obligando a estas aves a desplazarse a distintas zonas de cría, lo que afecta al inquebrantable compromiso de las parejas, y con ello, al éxito reproductivo y a la viabilidad de la especie. Dejemos que los pingüinos se reproduzcan con quien quieran, pero dejémosles que puedan hacerlo en paz. (Texto y Fotos: National Geographic)   


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