El 26 de marzo de 1880, el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, pronunció un discurso histórico en el Steck Hall de la ciudad de Nueva York, en un contexto de desánimo y pesimismo entre los exiliados cubanos la figura de José Martí emerge con fuerza tras su llegada a esta ciudad hace apenas 20 días.
Martí, que hasta entonces era un desconocido para muchos de los presentes, tomó la palabra y logró cautivar a sus compatriotas con un discurso que resonó profundamente en sus corazones.
El ambiente en la sala se transformó cuando éste comenzó a hablar, infundiendo un renovado espíritu de lucha y esperanza. Con su elocuencia y capacidad persuasiva, el líder revolucionario articuló las razones que justifican la continuación de la lucha por la independencia de Cuba y enfatizó, que la guerra no debe ser impulsada por la ira, sino por la reflexión y la convicción de un pueblo que anhela su libertad.
Su intervención logró levantar los ánimos de los asistentes, quienes, motivados por su mensaje comenzaron a vislumbrar la posibilidad de un futuro mejor para su patria; este cambio de perspectiva fue tan contundente que en un giro notable de los acontecimientos Martí resultó electo presidente del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, asumiendo el liderazgo de esta nueva etapa en la lucha por la independencia.
Este nombramiento no solo representa un cambio en la dirección del movimiento revolucionario en el extranjero, sino que también marca el inicio de una etapa crítica en la historia de Cuba, con Martí al frente, los exiliados cubanos encuentran un nuevo líder que no solo los inspira, sino que también les ofrece un camino claro hacia la libertad.
La figura de José Martí se erige así como un símbolo de esperanza en tiempos de adversidad, y su elección como presidente del Comité Revolucionario Cubano sería el catalizador necesario para reavivar la lucha por la independencia de Cuba. (Texto: Arleén Calvo Lacal/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet).