La Habana, 15 jun.- Resulta que, por regla y no por excepción, los hombres cuidan menos su estado de salud que las mujeres. Como consecuencia, esa brecha de género revela que ellos suelen tener una esperanza de vida menor que la de ellas. Así ocurre en el mundo y por ende en Cuba, donde las damas viven cincos años más.
De ahí que la atención particularizada a la salud masculina esté disputando prioridades en las agendas de los sistemas sanitarios en buena parte del planeta y que la medicina enfoque sus intenciones con una mirada de género a los problemas que aquejan a ese grupo poblacional.
Tal disparidad tiene visos tan preocupantes en el escenario global, que numerosos países decidieron dedicar la semana previa al Día de los Padres a la salud masculina.
El objetivo es claro: fomentar conciencia y responsabilidad frente a los padecimientos y trastornos prevenibles que afectan a los varones menores y adultos. Al tiempo que facilite construir estrategias dirigidas a garantizar una acertada labor asistencial.
Al situar bajo la lupa unas pocas cifras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aporta un diagnóstico esclarecedor de las diferencias epidemiológicas entre ambos sexos:
— A nivel global, cerca del 52 % de las muertes por Enfermedades No Transmisibles (ENT) ocurre en la población masculina.
— Los varones poseen mayores probabilidades de morir antes de llegar a los 70 años de edad.
— El riesgo de fallecer debido a cardiopatías isquémicas es de un 75 % superior en ellos.
— Un 36 % de las defunciones en hombres son evitables; en las hembras representa el 19 %.
— La tasa de mortalidad por causas externas es cuatro veces mayor en los varones; mientras que siete veces más corren el riesgo de ser víctimas de homicidios.
Otra de las afecciones que incide sobremanera en los hombres es el cáncer de próstata. Sin embargo, a pesar de su alta ocurrencia, sigue detectándose en etapas avanzadas en Cuba y en buena parte del mundo, según artículo publicado en el sitio web del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
En ese material, el doctor Antonio Bouzó López, especialista en Urología y Profesor Auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo de La Habana, asegura que detectar a tiempo la dolencia significaría darse una segunda oportunidad de vivir.
“La salud es la riqueza real y no piezas de oro y plata”
A tono con esta frase de Mahatma Gandhi, puede advertirse que, aunque las estadísticas no siempre traducen toda su dimensión, el deterioro de la salud masculina sigue aportando elevados índices de morbimortalidad.
No obstante, tampoco se puede perder de vista que los primeros responsables con su salud deben ser los propios hombres. Porque ellos no solo viven menos, también lo hacen, como tendencia, de un modo poco sano en el curso de su existencia.
Y ese es un fenómeno que impacta de manera desfavorable en el entorno familiar, laboral, social, económico y en los servicios públicos de sanidad.
La mayoría de las causas subyacentes están relacionadas con estilos de vida evitables y modificables, elegidos por los hombres o impuestos por las sociedades.
“La obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes se relacionan directamente con mala alimentación, sedentarismo y adicciones como el tabaquismo y el consumo de alcohol,” advierte el Boletín Informativo “Gestión de la salud masculina en Cuba”, publicado por especialistas del Minsap.
En el documento citado se reconoce que la atención a la salud de los hombres representa múltiples desafíos. Sobre todo, teniendo en cuenta los históricos patrones de la cultura machista a través de los cuales ellos, generalmente, han sido educados.
Un canon establecido parece inculcar a los hombres la creencia de que tienen que mostrarse siempre “fuertes”. Por tanto, cualquier signo de enfermedad, o incluso un comportamiento de cuidado de la salud, sería juzgado como una postura de debilidad, retardando la atención y volviéndolos todavía más vulnerables a las complicaciones.
A todas luces, prevalece la certeza de que las construcciones sociales que rodean el concepto de lo que “debe ser la masculinidad”, solo llevan a un empeoramiento de las causas y efectos que atenazan las posibilidades de que los hombres dispongan de una mejor calidad de vida.
De acuerdo con el boletín “Gestión de la salud masculina en Cuba”, múltiples son las trabas que afrontan los sistemas sanitarios a la hora de solventar la salud masculina. Estas tienen que ver con hábitos no saludables, estereotipos de género rígidos, falta de información, barreras culturales y de otra naturaleza.
Todo lo cual se traduce en escaso uso de servicios preventivos y curativos, escasez de programas con perspectiva de género y la creciente prevalencia de las ENT.
Asimismo, reconoce que hasta ahora la mayoría de las estrategias del sector se han enfocado en el cuidado de la salud femenina, con relevancia en el embarazo y la maternidad. Es por eso que, partiendo de la planificación familiar y del embarazo, sea posible y oportuno incorporar al hombre a una mayor y mejor gestión de su salud, teniendo como meta o propósito una “familia saludable”.
En tal sentido, se plantea la necesidad de comprender la realidad masculina actual en sus diversos contextos —biológicos, socio-culturales, político-económicos—, con el fin de sensibilizar a los varones acerca del autocuidado. “De esa manera ayudaremos a hombres y a niños a tener una vida más larga y saludable”.
Por lo tanto, la conmemoración de la Semana de Salud Masculina puede ser la oportunidad de juntos sumar responsabilidad y creatividad en aras de multiplicar las acciones para no restar años al privilegio de homenajear a los Padres en su Día. (Texto y Foto: Cubasí)