El paisaje de Cuba se transforma cada vez más, especialmente entre los jóvenes, donde el acceso a Internet y a dispositivos móviles ha dejado de ser una novedad para convertirse en una realidad cotidiana.
No basta con celebrar el incremento de la conectividad, el verdadero desafío radica en asegurar que este poderoso canal se navegue con propósito. La red no es únicamente un espacio de entretenimiento y socialización, es una biblioteca universal, un taller de creación y una plaza de debate. Y es en la escuela donde debe forjarse la brújula moral e intelectual para recorrerla.
Las instituciones educativas en Cuba más allá de instruir sobre el uso de plataformas digitales, fomentan en los estudiantes el desarrollo de un pensamiento crítico que les permita discernir entre la información veraz y la falaz, además de promover una comunicación respetuosa y la autoprotectora gestión de sus datos para una navegación segura.
Los docentes frente al aula integran las TIC de manera coherente y creativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje, utilizando estas herramientas para investigar, colaborar en proyectos y resolver problemas, logrando así que el aula deje de ser un espacio ajeno a la realidad digital de sus alumnos.
La informatización es una ola que ya ha llegado a nuestras costas. La escuela no puede ignorarla ni simplemente subirse a ella. Su rol, más vital que nunca, es el de ser el faro: debe iluminar el camino para que las nuevas generaciones de cubanos no solo estén conectadas, sino que sean dueñas conscientes y críticas de la tecnología, empleando su poder para el enriquecimiento cultural, la productividad y la construcción de una sociedad mejor. El futuro no es solo estar en línea, es saber para qué. (Martha Karla Gutiérrez Pacios/Estudiante de Periodismo/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)