Por Enrique Atiénzar Rivero/ Periódico Adelante.
Fotos Jorge Luis Téllez
En plena efervescencia represiva de la dictadura batistiana tuvo lugar, el 27 de noviembre de 1955, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey, el acto de recordación a los ocho estudiantes de medicina, fusilados injustamente 84 años antes por orden del Gobierno español.
Un nuevo ingrediente revolucionario fue incorporado a la conmemoración: el develamiento de un retrato de Abel Santamaría Cuadrado, segundo jefe del Movimiento Revolucionario de la Generación del Centenario, brutalmente torturado y asesinado después de combatir hasta su último minuto de aquel amanecer del 26 de Julio de 1953, desde la trinchera que le tocó en la gesta del Moncada: la ocupación del hospital civil de Santiago de Cuba.
Como antecedente es preciso mencionar que para aquellos días de noviembre de 1955, en Camagüey ya se había constituido el Movimiento 26 de Julio y fundado el Frente Estudiantil Revolucionario, cuya jefatura asumió Jesús Suárez Gayol, a la vez presidente de la Asociación de Estudiantes del Instituto.
Relata Elpidio Lezcano Agreda, un veterano luchador estudiantil, que la idea de que el doctor Armando Hart Dávalos asistiera al acto fue de Suárez Gayol, quien inicialmente pensó en invitar a Fidel, sin embargo, resultaba difícil porque el líder de la Revolución estaba en los trajines de su viaje al extranjero para la organización de la expedición del yate Granma.
La noche anterior del 27 de noviembre, los dirigentes estudiantiles camagüeyanos, convocados por Gayol se reunieron, ocasión en que se anunció la confirmación oficial de la presencia del joven abogado Hart y también se habló de la necesidad de organizar bien el acto y de llamar a los jóvenes para que asistieran al encuentro patriótico.
Efectivamente, Álvaro Morell Álvarez "Charles" y Lezcano, éste manejando el yipi prestado por su padre, acompañaron a Gayol hasta cerca de la terminal ferroviaria para que recibiera a Hart. Mientras, ellos aguardaron cerca del hoy hotel América, en la calle Avellaneda, hasta que llegó el tren para no levantar la más mínima sospecha.
Apenas abordó el vehículo, el recién llegado mostró la foto de Abel y pidió localizar un lugar para ponerle un marco. Los anfitriones coincidieron en que el sitio ideal era la casa de Rudulfo León "Macho", compañero de ellos en el instituto. Y así se hizo. Allí dominaban ese oficio. Tomaron café, conversaron ampliamente. El viejo era miembro del Partido Socialista Popular, un hombre de ideas progresistas y que gozaba de entera confianza.
Después Hart, en compañía de Charles y Lezcano, intercambió con Raúl García Peláez, coordinador provincial del Movimiento 26 de Julio, en el hogar de éste. Aceptó la invitación a almorzar hasta irse luego a descansar porque por la noche sería el acto.
Desde temprano estudiantes del instituto, de otros centros y pueblo, fueron concentrándose en el exterior. En el local de la Asociación, pequeño por cierto, fue donde una alumna nombrada Carmen Cortiñas, develó el cuadro. El acto se celebró finalmente en el patio central, mucho más espacioso.
"El discurso de Hart -recuerda Lezcano- nos conmovió a todos. Hubo exclamaciones de ¡Abajo la tiranía¡ ¡Abajo Batista¡, pero no pasó de allí".
"... en el ejemplo de Abel encontramos algo más que un mártir. Él no entregó su vida un día, él fue entregándola todos los días. Él era un joven que disfrutaba de un sueldo de cuatrocientos pesos mensuales y lo había venido dando a la causa meses y meses hasta que tuvo que abandonar el trabajo porque las actividades revolucionarias le exigían todo el tiempo".
"... El mejor homenaje que yo pueda hacerle a Abel Santamaría en este acto es el decir que él comprendió mejor que nadie, porque sintió más que nadie, que el problema cubano no es político, como quieren los partidos plantear, sino que es esencialmente económico, es social, es también de forjación de conciencia ciudadana..."
En Camagüey, como en otros sitios del país, después de esa fecha, se acrecentó la represión, la dictadura tomó medidas contra los estudiantes, el instituto fue asaltado en varias ocasiones y reprimidas manifestaciones estudiantiles, pero con mayor énfasis en 1956, año en que se esperaba el desembarco. "No se sabía por donde y en qué, explica Lezcano, pero Fidel lo había anunciado".
"Así las brigadas estudiantiles en Camagüey hicieron su trabajo, poniendo en las fachadas de las casas: En el 56 seremos mártires o libres".
"A las nuevas generaciones, dice Lezcano, tenemos que instarlos a que sigan hoy por ese camino, en la lucha por la libertad de los Cinco, el encarcelamiento definitivo del terrorista Posada Carriles y de condena a otros hechos que afectan a la Revolución cubana".