Por Alfredo Carralero Hernández/Servicio Especial de la AIN
Octubre, mes de múltiples acontecimientos en la historia de Cuba, también encontró espacio para las glorias combativas del General Calixto García Iñiguez, quien registra entre sus numerosas acciones mambisas la toma del poblado de Guáimaro, en 1896.
Hasta ese sitio de la geografía camagüeyana enrumbó el patriota holguinero para despojar de esa posesión a las fuerzas españoles. La partida de Calixto García hacia ese enclave no ocurrió por casualidad, sino por decisión del generalísimo Máximo Gómez, mientras ambos se encontraban en Arroyo Hondo procedentes de Oriente con rumbo a Camagüey.
Calixto, según recoge la historia, no había marchado por azar hacia Guáimaro, pues el histórico pueblo, cuna de la primera Constitución República en Armas, era a la sazón una bien atrincherada plaza de los españoles y se imponía tomarlo con la fuerza de las columnas mambisas en cumplimiento de la estrategia militar cubana.
Los apuntes históricos recogidos por la Editorial Trópico, en 1946, apuntan que: “Tras duras marchas, realizadas en el curso del mes de septiembre de 1896, el mayor general Calixto García se encontró en las inmediaciones de Guáimaro con el valiosísimo convoy de armas y municiones que el coronel Rafael M. Portuondo había desembarcado en Baconao.
“La empresa, precisa la publicación, de sacar tales pertrechos de los montes de Ramón de las Yaguas y transportarlos a Camagüey, encomendada por Máximo Gómez a Calixto García, resultó ardua, pero la abnegación de los libertadores orientales bastó para dar cima al difícil apresto.
“La casualidad o la causalidad, comenta la bibliografía, quisieron que simultáneamente Antonio Maceo y Calixto García, el primero en Vuelta Abajo y el segundo en Oriente, consumasen empeños idénticos y de igual modo gloriosos para la Revolución”.
Guáimaro constituía entonces posición cuya conquista por las armas cubanas entrañaba importancia excepcional para la causa de la libertad, razón muy bien entendida por el Generalísimo, quien le ordenó a García que, luego de conducir el convoy en la forma dispuesta, atacase a ese recinto. Para ello contaba entre sus pertrechos con el cañón Cayo Hueso, el mayor de cuantos habían legado de la emigración cubana.
Así comenzó el cerco de Guáimaro el 17 de octubre de 1896 y 11 días después, el 28 de ese propio mes, Calixto García le comunicó al Generalísimo: "Tomé a Guáimaro. Acaba de rendirse el cuartel, después de haberlo hecho ayer y hoy todos los fuertes”.