Nicolás Guillén, Poeta Nacional, Cuba, Camagüey

Lo que sé por mí: Nuestro amigo Guillén


Por Manuel Villabella Marrero

Nuestro amigo Guillén nació el 10 de julio de 1902. Sus padres, Juan Nicolás Guillén Urra e Isabel Argelia Batista Arrieta casaron el 24 de agosto de 1901, a las 7:00 de la noche, ante el juez suplente Aurelio Izquierdo Castillo y el secretario Lucas Pichardo.

Viven en San Ignacio 2 y medio (accesoria), hoy Centro de Estudios “Nicolás Guillén”. Juan Nicolás -el padre del poeta-, es periodista y dirige el periódico más leído en el Camagüey: Las Dos Repúblicas. Tiene a su cargo, además, la sección Telegramas, en la que combina de manera chispeante los anuncios comerciales con las noticias (¿serviría esta columna de inspiración al joven Guillén, en los años 20, para crear sus “Pisto-Manchego, en el periódico El Camagüeyano?).

El poeta vino al mundo a las 2:00 de la madrugada, y aparecen como testigos del nacimiento Máximo del Carmen Tejeda Izquierdo y Miguel Avilés Díaz.

Para entonces la electricidad había llegado a Puerto Príncipe (1893). No todos los vecinos tenían el privilegio de alumbrarse de manera tan moderna, aunque los primeros bombillos eran rústicos y de escasas bujías. En las calles se seguía utilizando el petróleo o el gas, pero Juan Nicolás compró tubos de veinte bujías -los más costosos y de mayor fluido- y con ellos iluminó la casa, desde la sala hasta los cuartos.

Desde horas tempranas trajo a su suegra, Josefa Arrieta, “Pepilla”, y a su cuñada Conchita. Cuando los síntomas eran más vivos, fue a la Plaza de la Soledad, cercana  a su vivienda, para tomar un coche de los llamados “vis a vis” y buscar al doctor Miguel Ramírez Carnesolta, su íntimo amigo, batallador como él en las luchas por el liberalismo, que la asistiría en el parto. Argelia fue una de las privilegiadas, en aquellos años, que no estuvo en manos de una “recogedora” o “comadrona”, sin ser esposa de un ricacho burgués.

Ramírez Carnesolta se desempeñaba como médico general y “comadrón” (obstetra), su consultorio estaba ubicado, en ese tiempo, en la calle San Francisco No. 15 (Luaces).

Muchos años después, en su monumental e íntima “Elegía camagüeyana”, en unos de sus versos, escribiría Nicolás:

[…] ¿dónde está el coche

con su tin-tan, tin-tan

con su tin-tan el coche

de don Miguel Ramírez, médico

quebradizo y panal que tuvo fuerzas

para arrancarme de raíz […]

En la casa todo era ajetreo, jofainas van y jofainas vienen, toallas vienen y toallas van. El parto demoraba más de la cuenta y todos estaban inquietos. Pepilla comenzó a implorarles a sus santos y Juan Nicolás pretendió fingir ecuanimidad y calma.

 ¡Al fin se escuchó llanto de niño!

El doctor Ramírez salió de aquel primer cuarto -que fue en el que nació el poeta-, empapado en sudor, pero alegre y triunfante.

--Fue un parto muy laborioso, Juan Nicolás, tuve que aplicar fórceps.

Las mujeres se persignaron al escuchar el vocablo, lo peor de lo peor en esos años.

--No se inquieten, todo salió bien. Es un varón.

El padre, mientras se abotonaba la camisilla de andar en casa, también sudorosa, dijo.

--Pues acaba de nacer Nicolás Cristóbal, que así se llamará.

Muchos años después, en su plenitud de poeta, también en la “Elegía camagüeyana”, desgarradoramente escribiría Guillén, evocando a su padre, asesinado en la sucia guerrita política de 1917, llamada por el “cubaneo” nuestro, en ocasiones tan procaz, “La Chambelona”.

No puedo hablar, pero me gritan

la noche, este misterio;

no puedo hablar, pero me obligan

el perfil de mi padre, su índice de

recuerdo;

no puedo hablar, pero me llaman

su detenida voz y el sollozo del viento.

Quizás la abuela Pepilla, también le refirió, como lo hizo con los otros hermanos del poeta, ya que lo repetía, una y otra vez, cómo fue aquel día en el que vino al mundo el primogénito de la familia Guillén Batista.


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