En el corazón de la isla, bajo el cielo azul de Camagüey, el 10 de julio de 1902, nació un alma destinada a convertirse en la voz de su gente: Nicolás Guillén.
Este hijo de la tierra cubana, con su pluma y su pasión, tejió versos que resonaron más allá de las costas de su amada patria.
Su poesía, impregnada de la esencia afrocubana y del pulso de la vida cotidiana, se alzó como un canto a la identidad y la dignidad de su pueblo.
Con un ritmo que palpita al compás de los Motivos de Son y un lenguaje que danza en Sóngoro Cosongo, Guillén fusionó la tradición oral de sus ancestros con la modernidad literaria.
Su voz, poderosa y única, se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza, y su mensaje de igualdad y justicia social reverberó en el alma de América Latina.
El legado de Guillén es un faro que ilumina el camino de aquellos que buscan en las palabras la fuerza para cambiar el mundo.
El natalicio de Nicolás Guillén es más que una fecha; es un recordatorio de que la poesía es el latido de una cultura, el eco de sus luchas y la melodía de sus triunfos. Hoy celebramos al hombre, al poeta, al eterno defensor de la belleza y la verdad. (Texto, video e infografía: Maykel Torres La Rosa/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)