La Habana, 10 dic.- En la geopolítica contemporánea, la diplomacia cubana se erige como una de las expresiones más singulares de inteligencia estatal en un sistema internacional estructuralmente desigual.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, recién publicada, no es un papel más del aparato diplomático. Es la confesión ordenada de un proyecto de reconfiguración global en un momento de crisis de hegemonía: Washington asume que ya no puede dominar en todas partes, así que decide dónde va a apretar el puño. Y el mapa es claro: prioridad absoluta al Hemisferio Occidental, disciplinamiento de aliados europeos y cerco estratégico a China, Rusia e Irán.
Las autoridades de Venezuela y reconocidos analistas de la región insisten en que los verdaderos objetivos de la “lucha contra el narcotráfico” del Imperio, que apunta con todas sus fuerzas hacia la nación suramericana, son en verdad las sus vastas reservas petroleras.
La ciudad de Camagüey, durante mucho tiempo reconocida como una de las urbes más limpias y bellas del país, hoy enfrenta un desafío alarmante: la proliferación de vertederos en diversos puntos estratégicos. Estas acumulaciones de residuos no solo constituyen un riesgo para la salud de sus habitantes, sino que también deslucen el entorno que todos deseamos preservar.