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Amalia Simoni: rostro de lealtad hacia Cuba


Amalia Simoni no solo es recordada como la eterna enamorada y protagonista de un amor sincero, sino también como una mujer valiente y comprometida, un símbolo de la lucha nacida del corazón de la Revolución Cubana.

Nacida en Puerto Príncipe, Camagüey, el 10 de junio de 1842, Amalia fue la mayor de dos hermanas en una familia acomodada, hija del médico José Ramón Simoni y Manuela Argilagos. Desde temprana edad, mostró un interés por la literatura y la educación, destacando por su inteligencia y pasión por el conocimiento.

Su vida tomó un giro radical al conocer a Ignacio Agramonte, desafiando la oposición de sus padres a la relación por la falta de riquezas materiales. El amor prevaleció, y se casaron el 1ro de agosto de 1868 en la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad. Amalia, a quien la poetisa Aurelia Castillo llamó “La Magdalena del Tiziano”, dejó las comodidades de su hogar para unirse a la insurrección junto a su amado, motivada no solo por amor, sino también por un profundo deseo de libertad y soberanía para su tierra.

Desde noviembre de 1868 hasta el 26 de mayo de 1870, apoyó al ejército Libertador con una lealtad inquebrantable. Incluso cuando fue capturada junto a su hijo, mantuvo una firmeza de principios patrióticos. En prisión, se negó a escribir a su esposo para pedirle que depusiera las armas, prefiriendo sufrir daño antes que traicionar sus ideales.

Forzada a dejar su patria y a su compañero, Amalia emigró primero a México y luego a Nueva York, donde recibió la devastadora noticia del fallecimiento de Ignacio. A pesar del profundo dolor, estaba convencida de que la lucha de los cubanos no era en vano y que apenas comenzaba.

Tras la guerra, Amalia regresó a su pueblo natal, pero con el inicio de la Guerra del 1895, fue presionada para abandonar su país nuevamente. Sus ideales eran temidos por el enemigo, que no podía permitir que su patriotismo influyera como lo había hecho el de Agramonte.

En Estados Unidos, recaudó fondos para la lucha armada hasta el final del conflicto. Incluso sin independencia y bajo intervención, levantó su voz contra la injerencia extranjera y la Enmienda Platt.

Amalia Simoni falleció el 23 de enero de 1918, conservando las cartas de su amado Ignacio bajo su almohada. José Martí, nuestro apóstol, escribió en el Periódico Patria en su honor: “Por la dignidad y fortaleza de su vida; por su inteligencia rara y su modestia y gran cultura; por el cariño ternísimo y conmovedor con que acompaña y guía en el mundo a sus dos hijos, los hijos del héroe, –respeta Patria y admira a la señora Amalia Simoni, a la viuda de Ignacio Agramonte.” (Alexis Peña Hernández/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)


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