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Ofelia Domínguez: una educadora valiente que hizo historia en la alfabetización


En el año 1961, siendo una maestra de primaria recién graduada, Ofelia Domínguez Quintero dejó atrás la escuelita en la que trabajaba para unirse a la brigada de alfabetizadores. Armada sólo con determinación y su amor por la enseñanza la, en ese entonces joven profesora, inició un viaje que cambiaría su vida para siempre.

Cuando escuchó hablar de la Campaña de Alfabetización supo que debía unirse y se incorporó junto a los demás voluntarios.

“Me reuní en Varadero con todos los brigadistas. Una vez allí nos impartieron un curso de preparación y luego nos destinaron a distintas localidades. Me enviaron a un lugar llamado Falcón que se encuentra en Villa Clara. Le enseñé a 11 personas en total, entre jóvenes y adultos”.

A pesar de la emoción inicial pronto comprendió que la vida lejos de su hogar era más dura de lo que había imaginado. Sin embargo, esa experiencia le permitió forjar lazos que recuerda con cariño.

“Nunca había salido de mi casa. Tuve que hacer todo por mi cuenta; por primera vez no dependía de mis padres. Me alojé en la casa de una familia que era muy humilde pero de buenos valores. Ellos se ganaron un lugar especial en mi corazón”.

Ofelia era de las pocas graduadas y cumplió con el rol más importante y, por lo tanto, se vio colmada de responsabilidades. 

“Trabajé mucho; como yo ya era profesora tuve que ejercer como jefa de la brigada. Enseñaba todo el día sin descanso. Incluso instruía a un señor a escondidas en el patio porque no quería que nadie se enterara”.

La enseñanza requiere una profunda dedicación, especialmente cuando se trabaja con personas que nunca tuvieron la oportunidad de estudiar. Ofelia afirma que esa era la característica esencial que todos tenían en común.

“Allí habían muchachos que todavía no cursaban el sexto grado. En mi grupo sólo yo era maestra; pero tenían deseos de enseñar y eso era lo más importante. Eran revolucionarios, tenían una pasión que los jóvenes de ahora no entenderían; era una época distinta. Cuando mataron a Manuel Ascunce Domenech a mi grupo sólo le quedaba una pequeña localidad por alfabetizar así que nos reunieron allí. A raíz del trágico suceso muchos padres, preocupados, fueron a buscar a sus hijos. Ni uno solo se fue; la más pequeña de nosotros tenía 14 años de edad, era una niña, pero se mantuvo firme en su decisión. Eso es una pequeña muestra del nivel de conciencia que teníamos”.

Después de la campaña la abnegada brigadista no se detuvo, continuó superándose. Obtuvo el título de profesora de enseñanza media mientras vivía en Santa Clara, más tarde, ya en Nuevitas, se incorporó a trabajar en una secundaria. Años después donó su antiguo uniforme al Museo, donde permanece.

“Doné mi uniforme al museo porque creo que allí es a donde pertenece. ¿Qué sentido tenía guardarlo?”.

Al mirar hacia atrás Ofelia reconoce que lo más valioso de su trayectoria son los lazos forjados y las lecciones aprendidas que perduran en su memoria. Afirma que en sus pupilos encontró una segunda familia. (Texto y foto: Suset Acosta Pérez/ estudiante de Periodismo/Radio Nuevitas)


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