Camagüey, 17 may.- Esta vez no hubo telón. La tarde calurosa se coló por las ventanas de la sede del Ballet Contemporáneo de Camagüey como una iluminación natural e implacable. Sin vestuario, con máscaras aún en pruebas, y frente a una escultura inacabada, los bailarines ofrecieron Freedom, la obra que marcará el aniversario 23 de la compañía y, también, la posible despedida de los escenarios de Lisandra Gómez, su primera figura.
En un encuentro con la prensa anunció el estreno de una coreografía a cuatro manos —o cuatro cuerpos—, 23 y 24 de mayo en el Teatro Principal a las 8:00 p.m. Compartirá las funciones con agrupaciones de la ciudad, pero la primera noche, la del cumpleaños, será la gala de homenaje por sus 20 años de carrera.
EL SUEÑO DE LISANDRA
La génesis de Freedom no está en una idea coreográfica ni en una reflexión política, sino en un sueño. Lisandra lo compartió con su compañero Jesús Arias y le pidió algo distinto esta vez: no solo que montara con ella, sino que crearan juntos. Jesús, también bailarín y maestro, lo asumió como un reto doble: traducir un sueño ajeno en una danza común.
“Tuvimos que imaginar lo mismo desde nuestros lenguajes. Lisandra es más lírica; yo me lanzo al suelo, busco la fluidez, el cuerpo intenso. Un paso virtuoso dura fracciones de segundos, pero la transición entre un paso y otro es lo que hace al bailarín, esa es la limpieza del artista”.
Juntos conducen al grupo por un terreno complejo y exigente, donde el virtuosismo se mide en silencios y densidad. “Trabajamos con intérpretes jóvenes, pero con mucha entrega. Y tratamos de no quedarnos en el mismo lenguaje. Queremos crecer como coreógrafos, como maestros. El arte es libertad. Y el movimiento habla por sí solo: depende de lo que usted tenga adentro y de la creatividad de los que estamos del lado de acá”.
UNA AMANTE DE LA DANZA
El estreno es doblemente simbólico. “Para mí como coreógrafa es muy importante no repetirme”, dice Lisandra. “Intento buscar estrategias que nos permitan alcanzar nuevas metas, nuevos desafíos. Freedom vino a ser complemento. Coreografiar junto a Jesús me obligó a salir de mi propia perspectiva, un poco más neoclásica, y romper con la estética a la que estoy acostumbrada”.
La obra toma como punto de partida una escultura abstracta que la impactó desde el primer instante. “Quise llevarla a escena. Tiene cuatro intérpretes —dos hombres y dos mujeres— pero todos van sin rostro. Es lo contrario a la campaña Rostros, con la que promovemos nuestro aniversario. Aquí no hay identidad visible porque el mensaje está en el cuerpo y en el movimiento”.
En ese tránsito entre imagen y danza, Lisandra recurrió a un trabajo de mesa profundo con su equipo. Fue allí donde propuso a Jesús co-crear la pieza, no solo como colaborador, sino como voz coreográfica en diálogo.
“Jesús ya lleva un tiempo trabajando a mi lado desde afuera”, cuenta. “Comenzamos no solo a sentir la danza, sino a pensarla. Me gusta decir que más que coreógrafa, soy una amante de la danza”.
BAILAR SIN ROSTRO
Para la primera bailarina Diannys González, esta pieza implica un cambio radical en la forma de comunicar.
“Estamos acostumbrados a hablar desde la mirada. Aquí no. Hay que decirlo todo con el cuerpo. Y técnicamente es difícil. Las otras piezas son más ballet contemporáneo, pero esta... esta es contemporáneo puro”.
El anonimato que imponen las máscaras y la abstracción de los movimientos acentúan una idea central: la libertad no siempre tiene rostro, pero sí peso. Y tensión. Y ruptura.
LA ESCULTURA QUE AÚN RESPIRA
La escultura que inspira la obra es Freedom de Zenos Frudakis, un alto relieve en bronce ubicado en Filadelfia. Inaugurada en 2000, representa de forma impactante la lucha por la libertad a través de cuatro figuras humanas que emergen progresivamente de un muro hasta alcanzar la liberación total.
El artista visual Ángel Olazábal ha trabajado otras veces con Lisandra, pero nunca con una escultura de estas dimensiones: tres metros de alto por siete de largo. El muro, aún en proceso, evoca una cantera de la que emergen siluetas humanas, esquemáticas, como cofres o sarcófagos. No se mueven. Aún.
“La escultura parte de una obra en bronce, pero decidimos cambiar el material para que permitiera la libertad. Cuando los bailarines logren salir de ese muro, ahí empieza realmente la pieza. Es un muro pesado, simbólico, pero de donde puede brotar algo precioso. Como el diamante que se extrae con esfuerzo”.
La luz tendrá un papel vital en este tránsito: ámbar para resaltar los dorados, fría para los momentos de tensión, expansiva cuando por fin se rompa la pared.
¿Y EL TEATRO?
El año pasado, el Ballet Contemporáneo tuvo que estrenar Enredados en un parque, porque no había electricidad en el teatro. Este año, aunque se anuncia la cartelera aún no se confirma al ciento por ciento el espacio. Pero el deseo está claro: Freedom necesita un escenario.
Lisandra Gómez, figura esencial de la compañía en los últimos 20 años, podría estar bailando por última vez en la gala de homenaje. Esa certeza le da a este programa un carácter especial, íntimo, cargado de sentido.
EL REGRESO A ESCENA
Después de dos años sin bailar, Lisandra volverá a escena en dúo con Jesús. Y no es un regreso casual.
“En diciembre de 2022 fue mi última presentación, con Copos. En ese momento sentí que la maternidad no debía ser un límite. Con Carlos Manuel maduré profesionalmente, y ahora Zoe me regala nuevos matices. Quiero que ella también forme parte de esta historia. Por eso vuelvo, por última vez, a la escena”.
Bailarán El sitio, una pieza de Osnel Delgado que no pudieron interpretar más por la pandemia. “Nos quedamos con el deseo de seguir saboreándola. Y ahora es el momento”.
Aún faltan días para el estreno. Aún falta terminar la escultura. Afinar luces. Concluir las máscaras. Pero lo que ya se vio en la sede —en ese calor de las tres, en medias de ensayo, sin adornos— fue suficiente para intuir que Freedom es un grito sutil, hondo, que atraviesa cuerpo, materia y silencio.
Y que invita a todos a preguntarse: ¿de qué estamos hechos cuando buscamos ser libres? (Yanetsy León González/Adelante Digital) (Fotos: Yoel Benítez Fonseca/ Adelante Digital)