Roma, 19 may.- La inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición infantil aumentaron durante 2024 en el mundo, por sexto año consecutivo, indica hoy un reporte publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De acuerdo con el más reciente Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias, divulgado por la oficina de prensa de ese organismo internacional, durante el pasado año más de 295 millones de personas, en 53 países y territorios, sufrieron niveles agudos de hambre, lo que representó un aumento de 13.7 millones de personas respecto a 2023.
El análisis subraya que resulta muy preocupante el empeoramiento de la de la inseguridad alimentaria aguda, que afectó en ese período al 22.6 por ciento de la población evaluada, motivada por perturbaciones económicas, conflictos, fenómenos climáticos extremos y desplazamientos forzados, entre otras causas.
El número de personas que padecían hambre en grado de catástrofe, al alcanzar la fase cinco de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), se duplicó con creces hasta llegar a 1.9 millones de personas, la cifra más alta desde que en 2016 se comenzó a realizar ese seguimiento en el marco de estos informes.
La malnutrición, especialmente la infantil, alcanzó niveles extremadamente elevados sobre todo en las regiones más vulnerables del mundo, como la Franja de Gaza, Malí, Sudán y Yemen, donde afectó a unos 38 millones de niños menores de cinco años, quienes sufrieron la misma en su fase más crítica.
Como principal factor determinante de la inseguridad alimentaria aguda aparecen los conflictos, que afectan a más de 140 millones de personas en 20 países y territorios, y causaron situación de hambruna en Sudán, mientras que en otros puntos críticos, como la Franja de Gaza, Sudán del Sur, Haití y Malí la población padece niveles catastróficos.
También las perturbaciones económicas, como la inflación y la devaluación de la moneda, provocaron hambre en 15 países, donde se afectaron 59.4 millones de personas, una cantidad que casi duplica la registrada durante la pandemia de Covid-19.
Precisamente algunas de las crisis alimentarias, más graves y prolongadas, estuvieron motivadas por dichas perturbaciones en naciones como Afganistán, Siria, Sudán del Sur y Yemen.
Fue significativo además el efecto de fenómenos meteorológicos extremos, en particular las sequías e inundaciones que provocaron crisis alimentarias en 18 países, donde se afectaron unos 96 millones de personas, en particular en regiones como África Meridional, Asia Meridional y el Cuerno de África.
En relación con este problema el director general de FAO, QU Dongyu, expresó que “somos conscientes de que la inseguridad alimentaria aguda no es solo una crisis, sino una realidad constante para millones de personas”.
Por su parte António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, manifestó que “las crisis prolongadas se ven ahora agravadas por otra más reciente: la drástica reducción de la financiación humanitaria destinada a salvar vidas y responder a esas necesidades”. (Fuente: Prensa Latina)