La Habana, 23 may.- Por estos días una de las expresiones que más se escucha entre los cubanos es ¡Qué calor hace! Y sobran razones exclamar así.
Incluso, el pasado martes 20, el Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología (Insmet) en su perfil oficial en Facebook informaba que la estación meteorológica de Casablanca en La Habana, había registrado esa tarde una temperatura máxima de 38.0°C.
Esa cifra ya marcó un récord para el mes de mayo en dicha estación, porque el anterior más elevado había sido de 37.3° C, registrados el 19 de mayo de 2024.
Ese mismo año, pero en abril, se había alcanzado la temperatura más alta jamás registrada en Cuba: 40.1 °C en Jucarito, provincia de Granma. Este récord superó la marca anterior de 39.7 °C establecida en 2020.
Las altas temperaturas que nos acosan son debidas a altas presiones atmosféricas que reducen la formación de nubes posibilitando una mayor radicación solar directa. A esto se añade la falta de vientos fuertes que impidan la dispersión del calor unido a un bajo contenido de humedad.
Cuba y las olas de calor
Hasta hace un tiempo se aseguraba que las olas de calor se producían solo en los continentes o grandes masas terrestres y que en Cuba no podían ocurrir esos fenómenos por tratarse de una Isla, con distancias pequeñas entre cualquier punto del interior y la costa.
Esa condición de isla alargada justificaba que las brisas marinas proporcionaban una ventilación natural que evitaba cualquier acumulación peligrosa de aire caliente.
Sin embargo, al comenzar este mayo, el periódico Granma publicó declaraciones del doctor en Ciencias Geográficas Luis Lecha Estela, Investigador de Mérito y Experto consultante, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Más allá del aumento de la temperatura media en 1,0 grados Celsius, observado en Cuba desde 1951, a partir de 2015 el comportamiento del verano en la Mayor de las Antillas está transitando por etapas con temperaturas muy elevadas por varios días consecutivos, lo cual ya se corresponden con el concepto de olas de calor, asegura el experto.
“La incidencia de ese comportamiento aumentó en los veranos de 2017 y 2020, pero en los dos últimos, en 2023 y 2024, ocurrió de forma continua. De hecho –afirma el doctor Lecha Estela-, de junio de 2023 a febrero de 2025, las anomalías mensuales de la temperatura media global, con respecto a los valores medios de la etapa preindustrial, han superado el umbral de 1,5 grados Celsius”.
Entre sus argumentos, el también Investigador Titular del Instituto de Meteorología, explica que el término ola de calor se refiere a un periodo de tres días consecutivos, o más, notoriamente cálidos.
“La definición de ola de calor depende de la temperatura considerada como ‘normal’ en determinado territorio, pues un valor que puede ser habitual para una zona de clima cálido, es capaz de generar un evento de canícula extremo, si se trata de un clima templado”, puntualiza.
Salud y calor en la Antilla Mayor
También va resultando cierta novedad, o, al menos algo poco divulgado, cómo las altas temperaturas están impactando aquí en el aumento de la mortalidad diaria.
El doctor Lecha Estela es también iniciador e impulsor principal de los pronósticos biometeorológicos en Cuba, los cuales se proponen identificar y avisar con antelación de situaciones meteorológicas específicas que pudieran causa, de forma directa o indirecta, problemas de salud (meteoropatías) entre los grupos vulnerables de una población.
Desde el amplio conocimiento que en ese campo le acompaña, el estudioso comentó al colega Orfilio Peláez, de Granma, sobre las investigaciones que encabezó durante los últimos 30 años en el Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara y al respecto aseguró que allí han ocurrido episodios de estrés térmico intensos durante el verano, con la capacidad de producir efectos meteoro-trópicos específicos en personas vulnerables (ancianos, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas, diabéticos, hipertensos y con otras enfermedades crónicas no transmisibles).
“Lo más llamativo es que pudimos comprobar un aumento del indicador de mortalidad diaria asociada a esos impactos por encima de los valores promedios (mortalidad en exceso), condición que nunca antes había sido detectada en Cuba”, sentenció.
La Revista Cubana de Meteorología publicó el año pasado el artículo "Los extremos del régimen térmico y la mortalidad en exceso en Cuba", del propio doctor Luis B. Lecha Estela junto a otros autores, donde lo anterior queda ampliamente documentado.
En el texto se analiza cómo el clima de Cuba ya experimenta impactos específicos del cambio climático global, entre ellos los comportamientos extremos del régimen térmico del aire, incluyendo episodios de calor o frío, y cómo tales los comportamientos extremos, que actúan de manera diferenciada en verano e invierno, pueden ser factores predisponentes de diversas meteoropatías, incluyendo la muerte.
Para arribar a tales conclusiones estudiaron una muestra nacional de las temperaturas máximas y mínimas diarias del aire de 68 estaciones meteorológicas y compararon su comportamiento con la mortalidad diaria en exceso en todo el país durante el período 2001-2020.
Demostraron, entre otros tópicos, que existe una relación bien definida entre los extremos diurnos y nocturnos de la temperatura del aire con los aumentos de la mortalidad en exceso; y encontraron diferencias estacionales en el origen y duración de los máximos de mortalidad, según la influencia de las sensaciones extremas de frío o calor.
El artículo precisa que el problema de la mortalidad asociada a temperaturas extremas de calor o frío “puede considerar reciente porque se manifiesta desde los años 2009-2010” y se vincula con los impactos más generales que el cambio climático ya está produciendo sobre toda la región del Caribe, incluyendo a Cuba.
Puntualizan que “la llamada mortalidad meteoro-trópica actual no solamente ocurre en situaciones de desastre o durante el impacto de grandes huracanes o intensos tornados, está ocurriendo por los efectos meteoro-trópicos asociados a nuevos peligros como son las olas de calor o de frío, los episodios de contaminación del aire y la ocurrencia frecuente de cambios de tiempo muy contrastantes, que actúan sobre una población cada vez más vulnerable y expuesta a ellos.
“También sucede porque las estadísticas oficiales no consideran como causa de muerte el impacto de los efectos meteoro-trópicos, ya que este actúa como un factor externo que predispone a la ocurrencia masiva de meteoropatías cardiovasculares, cerebrovasculares, respiratorias, neurológicas, incluso las condiciones del tiempo pueden ser la génesis de accidentes catastróficos del transporte, especialmente aéreos.
“Sin embargo, la causa meteorológica casi nunca aparece como la primera causa de muerte, la acción catalizadora de los efectos meteoro-trópicos queda en un segundo plano, aunque es real y demostrable desde el punto de vista físico y fisiopatológico”, afirman en la ya citada Revista Cubana de Meteorología.
Cambios en los patrones de adaptación térmica de los cubanos
Resulta de mucho interés por lo novedosa, una de las tesis de este texto científico donde sostienen que los patrones de adaptación térmica de los cubanos han ido variando: “se manifiesta en una creciente adaptación al calor extremo, a cambio de una deficiente adaptación al frío intenso, especialmente en las provincias más orientales del país, donde las condiciones invernales se manifiestan menos”.
En todo el planeta esos patrones de adaptación térmica han ido cambiando porque también han cambiado las características de las épocas del año o estaciones. Y esas modificaciones afectan no solo a los humanos, también a la fauna y la flora, impactando en los proceso migratorios de las aves, en los ciclos de maduración de los cultivos, y, obviamente, también en la sensibilidad térmica de las personas, según precisan.
No por gusto en la Convención Cuba-Salud 2025 del pasado abril, el profesor Luis Lecha Estela impartió una conferencia encaminada, precisamente, a contribuir a la mitigación de las posibles consecuencias sanitarias asociadas al cambio climático en el país con el consiguiente aumento progresivo de la temperatura media en la Isla.
Y tampoco fue azaroso que en la entrevista concedida a Granma igual insistiera en que “sería conveniente valorar la posibilidad de incorporar los pronósticos biometeorológicos a las acciones de enfrentamiento, manejo y prevención de desastres, del Sistema Nacional de la Defensa Civil”. (Texto y Foto: Cubasí)