Camagüey, 24 may.- El XXIX Taller Nacional de Crítica Cinematográfica acogió un emotivo y reflexivo homenaje a Alfredo Guevara (1925-2013), figura fundacional del cine cubano y del pensamiento cultural revolucionario, con motivo del centenario de su nacimiento. Un acto que no solo evocó su legado, sino que lo convocó a dialogar con los desafíos del presente.
La periodista Magda Resik abrió el panel recordando los inicios del propio evento como un espacio creado precisamente para fomentar el pensamiento crítico sobre el audiovisual cubano y latinoamericano, algo a lo que Guevara dedicó buena parte de su vida. A través de fragmentos de tres entrevistas realizadas por ella en el espacio Encuentro con…, auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz, evocó al Alfredo cercano, el que en sus últimos años “no salía del Pabellón Cuba” y conversaba sin reservas con los jóvenes sobre cine, política, arte y vida.
“Alfredo era un hombre en eterna juventud”, afirmó Resik, quien compartió anécdotas personales que retrataron a Guevara como un provocador lúcido, defensor del arte como vía de transformación social. Habló de su tránsito del anarquismo al marxismo, su irreligiosidad profundamente espiritual y su idea de que “ser joven es ser revolucionador de la realidad”. Citó también a Eusebio Leal —con quien Guevara sostuvo una entrañable amistad— al decir que, aunque no gustaba de las elites, “defendía a capa y espada las vanguardias”.
“El gran largometraje de Alfredo Guevara fue desarrollar un cine nacional e insertarlo en la escuela del nuevo cine latinoamericano”, sentenció Resik, en un llamado a no convertirlo en estatua, sino en brújula.
El escritor Jorge Santos aportó nuevas luces al perfil del homenajeado al recordar su rol en el llamado “Grupo de Tarará”, aquel círculo de asesores e intelectuales cercanos a Fidel Castro en los primeros años de la Revolución, cuando se gestaban las reformas fundacionales del país.
Por su parte, el crítico Frank Padrón, moderador del encuentro, ofreció un testimonio más íntimo: “Alfredo no era muy amistoso con la crítica, pero conmigo fue generoso, y eso lo agradezco profundamente”.
Desde el público, la directora de Ediciones ICAIC, Mercy Ruiz, anunció la publicación de un volumen con textos de Guevara aparecidos en la Revista Cine Cubano a lo largo de sus 65 años. También valoró la posibilidad de publicar las entrevistas de Magda Resik como un aporte al conocimiento más humano del fundador del ICAIC.
Uno de los momentos más intensos del homenaje lo protagonizó el joven Ángel Pérez, programador de la Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. En tono crítico, cuestionó cómo se puede rendir verdadero tributo a Guevara si no se enfrenta el estancamiento institucional: “Alfredo murió preocupado por la falta de Revolución en la gente. Hoy, muchas instituciones como el ICAIC están petrificadas y no responden a los intereses de los creadores”.
Pérez fue enfático al afirmar que el mejor homenaje no es la exaltación nostálgica, sino la vigencia del pensamiento de Guevara: “No estamos sabiendo escucharlo. Tenemos que actualizar su legado para que nos hable hoy”.
Así, el homenaje se convirtió en una conversación intergeneracional donde Alfredo Guevara volvió a ser —como lo fue en vida— desafiador, incómodo, esencial. Un recordatorio de que la cultura cubana, si quiere seguir siendo revolucionaria, debe seguir preguntándose por su propio sentido. (Yanetsy León González/Adelante Digital) (Foto: Tomada del perfil en Facebook del evento)