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Euforia: proyecto social que empodera a mujeres mayores a vivir su pasión deportiva


Camagüey, 1 jun.- El voleibol siempre ha estado presente en sus vidas. Por eso, cuando las llamaron no dudaron. Aunque con un poco más de años, se permitieron volver a vivir su pasión desde el terreno. ¿Quién le diría a Elizabeth que con 41 jugaría de nuevo, o a Hilda Rosa y Marisleydi que cumplirían el sueño de representar a Cuba en un certamen para veteranas?

¿Quién hubiese visto a las hermanas Larrazaleta Jiménez compartir cancha como nunca habían podido o decirles a las muchachas que no pudieron entrar en la EIDE por el tamaño que hoy serían protagonistas en el deporte que aman?

Euforia les permitió volver a soñar. No creyeron que podrían y hoy, ocho mujeres camagüeyanas, representan a Cuba en la Liga de Voleibol de este proyecto, categoría Golden Senior de 35 a 49 años, con sede en Oaxaca, México desde este 30 de mayo.

Con “Euforia”, volver a vivir el voleibol

Euforia es un proyecto con enfoque social de origen mexicano que, a través de eventos deportivos, programas de formación y actividades de impacto comunitario promueve al deporte como una herramienta de desarrollo integral y de empoderamiento femenino, en busca de la accesibilidad total de la actividad física para mujeres de todas las edades y el intercambio cultural entre comunidades.

Este año el Tercer Campeonato Internacional "Andy Campos Euforia CUP 2025" reúne a doce equipos con dos países invitados: Costa Rica y Cuba. “El proyecto se pone en contacto con nosotros a través de Liliana Ramírez Valentín, una camagüeyana que reside en México, quien conversa con la Comisión Provincial de Voleibol; y no podemos dejar de mencionar el apoyo de la Federación Cubana quien hizo posible nuestra participación en el evento”, explicó Miguel Alejandro Morales, entrenador del equipo y quien además cumple esta misma función con el masculino de la categoría escolar en Camagüey.

Las diferencias en su labor al entrenar a estos dos equipos son evidentes. Aunque las muchachas siempre han estado ligadas al deporte, los años pesan. No obstante, Miguelito reconoce que constituye una gran oportunidad representar a Cuba en este evento, donde el país es invitado por primera vez; y las muchachas así lo asumieron sin dejarse vencer.

“Estamos abriendo las puertas de Cuba en este certamen. Como tal vamos a divertirnos, poner el nombre de nuestro país en alto de una forma positiva y siempre tratando de alcanzar la victoria luchando por una medalla”.

Regresar no siempre es fácil

Si en algo concuerdan todos es que las jugadoras tienen mucha química entre sí, dado que algunas ya se conocían debido a su paso por la escuela de deportes o coincidieron en alguna competición. “La primera tarea era insertar el grupo, lograr que fuera una familia que es algo que siempre ha caracterizado al voleibol en Camagüey”, comentó el entrenador.

Adecuar los horarios de preparación para todas constituyó otra tarea difícil: algunas con su proyecto de vida alejado del deporte, o simplemente aquellas que radican en otro municipio y debían trasladarse los días de entrenamiento hasta la cabecera provincial a cuenta de su bolsillo.

Para nadie es un secreto las dificultades diarias con respecto al transporte, la alimentación, la electricidad. Marisleydi viajaba desde Esmeralda, para cada entrenamiento; así mismo lo hacían desde Florida y Céspedes, Yusmaris, Yanisleidy y Yanetsy, quienes nunca cursaron estudios en la EIDE, pero siempre estuvieron vinculadas al voleibol desde áreas especiales.

No obstante, superaron todos estos obstáculos, unido al reto que representaba para ellas volver a su deporte, con las limitaciones propias de la edad. “La primera semana los dolores eran tremendos”, afirma Elizabeth Mora, quien estudió en la EIDE Cerro Pelado, jugó primera categoría y luego fue entrenadora.

Al respecto enfatizó el entrenador “Son muchachas que vienen del deporte, pero hace rato no lo practicaban. Los primeros días, por la falta de entrenamiento, fueron muy difíciles. Yo les decía que eran como niñas que se iniciaban en el voleibol, con un poco más de conocimiento. El cambio fue tremendo, tanto físicamente como mentalmente. Muchas tenían miedo de enfrentarse al terreno y solo lo hacían por valentía y amor a su deporte, pero paso a paso fueron ganando confianza”.

Voleibol en la sangre

Entrar a una cancha para ellas significa pasión, adrenalina, placer, es el lugar que hace olvidar las rutinas, donde han forjado parte de su vida y su legado. Para las hermanas Larrazaleta Jiménez, es fácil hablar de ello, hijas de dos talentosos entrenadores de esta tierra, saben desde pequeñas lo que significa el amor por la malla alta.

Damary y Daymaris saben de remates, saques y defensas desde que estaban en el vientre de su madre, y es que Cándida Rosa Jiménez Amaro y Enrique Larrazaleta Dorta, inculcaron a sus tres hijos el mismo amor por el terreno con el que descubrieron a figuras como Mireya Luis, Yumilka Ruiz, Tania Ortiz e Idalmis Gato entre otras estrellas que han hecho brillar el nombre de Cuba por encima de la red.

A sus 42 años Damary no esperaba regresar a un terreno, al menos no como jugadora, sus visitas solo quedaban reservadas para ver jugar a sus sobrinos o a su hijo Michel. No obstante, la vida la sorprendió. “Practico este deporte desde que estaba en quinto grado, inicialmente mi inclinación fue por la gimnasia, pero no demoré mucho en encontrar mi verdadera pasión”. Su actual profesión como especialista en informática no le impidió regresar a la cancha y revivir los mejores momentos de su vida y sobre todo demostrarse que es capaz de lograr cualquier objetivo.

La mayor de las hermanas, como primogénita, inició sus pasos sobre el terreno y en un arduo camino hoy los convirtió en su forma de vida. “Recuerdo con mucho cariño mi etapa de atleta activa, fueron años en los que di todo con el ejemplo que tenía desde casa. De allí continué en el camino del deporte, me licencié en cultura física, estuve cinco años como entrenadora y luego me decidí por el arbitraje, que es a lo que me dedico hoy con muchísimo respeto”.

Aunque impartir justicia es lo que más la motiva, volver a vivir el furor de la cancha es algo único, compartir con sus compañeras y enfocarse en un objetivo claro, es su mayor disfrute. “Hacer lo que te gusta no tiene comparación, por ello me siento muy afortunada. Gracias a la experiencia Euforia este grupo de mujeres veteranas, con vidas hechas, muy distintas, dedicadas a sus hijos, sus familias o profesiones nos volvemos a reunir como una familia por un mismo objetivo”.

Los hijos de ambas comparten también esta pasión, así como el de Hilda Rosa García Jiménez, otra miembro de la familia, madre y jugadora que se suma a la gran experiencia. Ello demuestra que son fieles defensoras del legado con el que crecieron y como tal lo trasmitieron. "Haber nacido en esta familia es mi orgullo, y creo que este amor por el voleibol seguirá de generación en generación", comentó Daymaris.

Entre hermanas, madres y familias se transmiten los valores de una misma disciplina. Se necesita mucho sentido de pertenencia para ser capaz de contagiar a otros con tus sueños y convertirlos en suyos.

¿Que puede esperarse entonces de mujeres como estas? La respuesta no puede ser otra que un rotundo éxito en todos los sentidos. La entrega solo al hablar de su deporte las define de manera unánime, la emoción y los cambios que han provocado en su vida por una oportunidad habla de su valentía, y que decir de su espíritu deportivo que no piensa en otro escenario que no sea el de regresar con una medalla de tierras aztecas.

Como embajadoras de nuestra tierra, las Agramontinas serán las encargadas de inaugurar la participación cubana en un evento de este tipo. El escenario de Oaxaca está listo para ver brillar a unas cubanas que no solo pondrán muy en alto sus cuatro letras, sino que harán gala de su empoderamiento, el carácter de la mujer cubana y el sentimiento sublime de sentirse más vivas en la cancha. (Leandro Miguel Shorey Hechavarría /Estudiante de Periodismo y Elia Rosa Yera Zayas Bazán/Adelante Digital) (Fotos: De la Autora)


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