La Habana, 18 jul,.- “Esta ha sido una auténtica asamblea del pueblo, porque sus debates fueron los debates de la sociedad cubana hoy. Reflejan los enormes desafíos que tenemos por delante, pero también, una vez más, la impresionante disposición de este pueblo a pelear cuando todo se pone más difícil. Ni pesimismo, ni derrotismo, ni desánimo”, afirmó este viernes el presidente Miguel Díaz-Canel al cerrar el periodo de sesiones de la Asamblea Nacional.
Ante los diputados que concluyeron en el Palacio de Convenciones dos jornadas de trabajo en comisiones y tres del quinto periodo ordinario de sesiones de la décima legislatura, Díaz-Canel dijo que “lo que encontramos aquí fueron exposiciones sobrias, críticas desde el compromiso y, sobre todo, propuestas completas y demandas para cambiar lo que deba ser cambiado sin rodeos”.
El primer secretario del Comité Central del PCC destacó que “la sabiduría y el entusiasmo que han caracterizado prácticamente todas las intervenciones de estos días no me sorprenden. Es lo que he visto en los recorridos por las provincias”.
Sostuvo que “justo donde la situación es más dura, después de largas horas de apagón, siempre encuentras ese extra de las cubanas y los cubanos. No es la primera vez, ni será la última, que la Revolución Cubana se enfrenta a su ‘momento más difícil’. Aunque siempre nos parecerá que nada puede ser peor que lo que enfrentamos en el instante que lo vivimos, nuestra historia demuestra lo contrario”.
Al citar episodios de la historia cubana que ilustran esa afirmación, el presidente recordó el Pacto del Zanjón, “después de 10 años de una guerra sangrienta que terminó con la muerte o el exilio de sus líderes; la caída en combate de Martí y Maceo; la intervención yanqui, “que nos robó hasta el derecho de entrar a la ciudad heroica y de asistir a la firma del Tratado de París, donde dos imperios negociaron nuestra libertad”.
Mencionó, además, la República neocolonial, “con su apéndice amenazante y la base militar donde aún se tortura y se viola la dignidad humana; el machadato, “con su pompa, su miseria y su medio país asesinado y la Revolución que se fue abriendo paso, con obreros masacrados en los llanos por su acción profundamente antiimperialista”.
También recordó la corrupción de los auténticos, el golpe de Estado de Batista, los asesinatos de hijos que denunciaron las madres cubanas, los estudiantes reprimidos, las masacres de los asaltantes en el Moncada, en el Palacio Presidencial y en el cuartel Goicuría…
“Con toda esa experiencia de heroísmo y frustraciones de las luchas revolucionarias, entró en la historia la Generación del Centenario, con su revés marcando la historia en el asalto al Moncada. Tenían un programa, un ideal y la disposición a llevarlo hasta las últimas consecuencias. Y así lo hicieron”, afirmó.
“Cuando se repasan todos los periodos de los 66 años de la Revolución en el poder, lo que encontramos, además de victorias, “son desafíos tercermundistas, zancadillas enemigas y también errores y aprendizajes propios; frutos todos del afán, jamás abandonado, de conquistar y sostener la justicia social como aspiración suprema, en un contexto mundial completamente adverso desde que dejaron de existir la Unión Soviética y el campo socialista.
“Si, a pesar de todo eso, la Revolución cubana está de pie y luchando con la prosperidad posible, es por su carácter auténtico y genuino. No somos un accidente de la historia. Somos la lógica consecuencia de una historia de resistencia y rebeldía contra el abuso y la injusticia, que tiene razones muy profundas para creer en sus propias fuerzas”, sostuvo.
Por eso −prosiguió−, “ofenden la dignidad nacional quienes juegan a comparar los tiempos para elogiar lo bien que estaba Cuba antes de 1959, posteando fotos de los palacetes y las elegancias de sus damas y caballeros, pero escondiendo las del desalojo, el plan de machete, la miseria, los niños inflamados de parásitos que trabajaban cuando debían ir a la escuela, las prostitutas y las mafias italoamericanas”.
Díaz-Canel subrayó que “la Revolución que tomó por fin el poder en 1959 la inició un pequeño grupo de revolucionarios, pero la hizo todo el pueblo. Y ese pueblo que la hizo, la ha defendido y la defiende hoy, hasta que los dientes se rompan.
“De otra manera, no podría explicarse jamás su existencia en esta incierta década del siglo XXI, donde las disidencias del pensamiento único impuesto por el capitalismo depredador se cobran con bombas inteligentes, destrucción de naciones enteras o con bloqueos económicos aplastantes, como el que este pequeño país de valientes soporta hace más de 60 años”.
El mandatario cubano dijo que insulta profundamente la dignidad humana que quienes usan internet en campañas para denigrar al pueblo cubano no reaccionen igual de indignados frente a escandalosos crímenes.
“Evitan llamar por su nombre al genocidio israelí en Gaza y en el Líbano, y no protestan, no se rebelan, no tienen el coraje de señalar a los culpables de tanta xenofobia, tanta guerra, tantas armas, tanta injusticia, compitiendo en preeminencia noticiosa con el alboroto de multimillonarios pedófilos y la deportación o el encarcelamiento, sin delitos probados, de decenas de miles de trabajadores migrantes junto a sus familias”.
Aseveró que “lo que aprendimos de la Revolución cubana es que los ideales no se cambian porque cambien las circunstancias. Que la trinchera no se abandona cuando el cerco enemigo aprieta. Aprendimos que solo teniendo convicciones claras como principios es posible sostener y ganar batallas. También aprendimos que del cerco se sale combatiendo”.
“La grandeza de los tiempos demanda más acciones que palabras, aunque siempre estaremos en el deber de decirlas y, sobre todo, de honrarlas hacia el pueblo al que pertenecemos. La guía está en el concepto de Revolución que nos legó Fidel: no mentir jamás ni violar principios éticos. Estas sesiones de trabajo nos dejan una importante lección”, dijo Díaz-Canel al cerrar el periodo de sesiones del Parlamento.
Al asegurar que “esta es la Asamblea del pueblo cubano”, afirmó que todo lo que en ella se discute y se aprueba tiene que conectar con los sentimientos, las necesidades y las demandas del mismo, “pero no olvidemos, al repensar estos días, también la ética revolucionaria, esa que nos enseñó Fidel, que predica el respeto y no el odio, que debe prevalecer en nosotros tras cada mensaje.
“No podemos parecernos, por ninguna razón, a nuestros enemigos. Por otra parte, no sería realista ni honesto comprometernos a cumplir con la solución de todas las necesidades y demandas, siempre crecientes, cuando el principal obstáculo para lograrlo es externo.
“Lo que sí podemos y tenemos el deber de comprometer es nuestra energía, nuestro esfuerzo, nuestra búsqueda infatigable de nuevos caminos y acciones hacia la satisfacción de esas demandas”.
Señaló que, dado que el principal obstáculo no está a nuestro alcance eliminarlo de forma directa, “todas las soluciones dependen por entero de nuestra capacidad de creer, de adelantarnos a los acontecimientos y de enfrentarlos con inteligencia, esfuerzo e innovación. Pero, primero que todo, con la imprescindible participación popular”.
Apuntó que la recién estrenada plataforma de información y servicios Soberanía, y la propuesta de varios diputados para consensuar y transparentar las medidas del programa de gobierno para corregir distorsiones, “son fortalezas de la transformación digital que deben ponerle velocidad a procesos que todavía marchan demasiado lentos para la gravedad de las urgencias”.
Advirtió de que, cuando la economía cubana opera bajo muchos riesgos para cualquier decisión, derivados en buena medida de la peor persecución al desarrollo de un país del Sur, “no podemos agregarle más peso con nuestras propias insuficiencias”.
“Mantenemos la convicción, reiterada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, de que sí se puede salir adelante y vencer la actual situación por nuestros propios esfuerzos y resultados. Pero, para lograrlo, se requiere más disciplina, organización, conciencia y constancia”, añadió.
Tras mencionar los comentarios, observaciones y propuestas en torno a los informes del primer ministro y de los ministros de Economía y Planificación, y Finanzas y Precios, “que deberán tomarse muy en cuenta”, consideró que es oportuno recordar que el país cerró 2023 con un incremento de un 35% del déficit fiscal.
Recordó que algunos estimaron, incluso, hasta un decenio para recuperar ese indicador.
“Un año y medio después, la alentadora noticia es que sí pudimos lograr una reducción significativa”, dijo y destacó que “durante los primeros cuatro meses de 2025, incluso, tuvimos resultados superavitarios y hasta este momento la cuenta corriente cierra sin déficit, algo que no se lograba desde hacía más de 10 años”.
Ello fue posible −añadió− con la disciplina y exigencia en el combate a la evasión fiscal, en el cobro de impuestos y multas, aunque reconoció que “aún así el trabajo no es perfecto”.
Apuntó que esta es un área en la que se precisa mucha labor de concientización y control, “hasta que ganemos en cultura tributaria y cumplimiento positivo” y señaló que este resultado, “importantísimo para la economía, redunda en un trascendental impacto social: nos permitirá redistribuir esos ingresos hacia los sectores más vulnerables, como son, en estos momentos, nuestros jubilados”.
Es −dijo− lo que ha facilitado llevar sus pensiones hasta “un nivel que, sin ser suficiente, los pone en una condición mejor”.
Subrayó que la divisa principal en la política fiscal “es y seguirá siendo atender a aquellos que más sufren los rigores de la difícil situación del país”, asediado por el plan de asfixia económica contenido en el memorando presidencial del señor Trump.
“Con la convicción de que sí se puede, tenemos que volcarnos a otras áreas vitales para el desarrollo, como incrementar el ingreso de divisas, en medio de un escenario muy hostil en que el Gobierno de los Estados Unidos refuerza su cerco para impedir, cada día más, la entrada de un solo céntimo al país”, afirmó.
Recalcó que “no podemos permanecer impasibles, mucho menos sentirnos derrotados”. (Texto y Foto: Cubadebate)