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Una vida dedicada a servir


Camagüey, 3 dic.- Él prefiere hacer. Nunca ha sido de los que esperan, “las cosas se hacen, sin fanfarrias, eso es mejor que decir”, asegura y su trabajo da fe de ello. No le gustan las entrevistas porque no encuentra en él mayor obra que el deber cumplido y la retribución “a la Revolución, a ella le debemos todo”. Por eso se parapeta detrás del plural (que me permito obviar al escribir) para contar sus experiencias desde hace 39 años, cuando se convirtió en el Dr. Leonardo Ramírez Rodríguez. 

“Al empezar a estudiar Medicina no entendía todo lo que significaba. Hoy te digo que no hay forma de expresar lo que se siente si no es ejerciéndola. Esta profesión pone en el centro al ser humano y no hay nada más grande que su vida. La vocación resulta fundamental, somos médicos para servir y ayudar”.

Por eso de entregarse primero, y porque sus resultados académicos lo avalaban, formó parte, durante el internado, del contingente Manuel Piti Fajardo de médicos rurales.

“Así comenzó mi vida asistencial en el hospitalito de Lugareño. Todavía siento un profundo amor cuando me hablan de allí no solo porque ejercí por primera vez sino porque hice amigos que se convirtieron en familia, cuando veo a alguien de la zona me reconforta que no me olviden. En ese lugar hice hasta partos, muchos niños se llaman Leonardo por eso.

“Además, soy del movimiento Mario Muñoz”. Por tal razón, lo provoco, nunca dice que no a una tarea. Ríe y su mirada delata la retrospectiva, “viene de más atrás, de la deuda eterna que tenemos con la Revolución de corresponder con modestia y humildad a sus esfuer zos por formarnos”. Tiene razón, “de atrás”, de las cosas que se viven en la casa, de lo que aprendió con sus padres, Rosa, la China, y Carlos, Negrito. Luego estuvo en Nuevitas, donde también asumió responsabilidades de dirección. De regreso a la cabecera provincial fue director de los hospitales “Materno”, “Pediátrico” y del “Manuel Ascunce Domenech”, del Centro Provincial de Higiene y Vicedirector Provincial de Asistencia Médica.

Para el Dr. Leonardo dirigir tiene que hacerse desde el ejemplo. Durante esos períodos nunca dejó de prepararse, se hizo especialista en Dermatología en el 2001 y nueve años después obtuvo el grado de máster en enfermedades infecciosas.

“Este oficio se mete dentro de uno, te compromete, he ahí su grandeza. En cualquier parte del mundo tiene la función de prevenir y de sanar. Sin embargo, a la medicina cubana revolucionaria la ha identificado la solidaridad. Hay que vivirlo para percatarse de la forma en que los colegas de otras naciones ven a nuestros médicos como ejemplos. Porque en nuestra formación prima no solo el alto nivel técnico sino la sensibilidad y el altruismo, el sentir los problemas de otros como propios”.

–Usted tuvo la oportunidad de constatar dichos sentimientos en Guinea Ecuatorial (2004-2007) y en Venezuela (2015-2019).

–Las misiones constituyen una escuela; la experiencia que ganas, el intercambio con los especialistas, porque en ninguna mis tareas de dirección me alejaron de discusiones de casos, de consultas… Aprendes con cada paciente porque cada lugar es diferente.

“Conocer las realidades de otros países te reafirma a la salud cubana como única. No he visto un sistema sanitario, ni una voluntad política como la de Cuba, de poner por encima de todo la vida del ser humano”.

Y esa deviene una de sus mayores motivaciones: el país que vive lo es también su familia, “sin ella no hubiera podido hacer nada, ni siquiera ser médico”, se inspira “en los que no están”, y sé que habla de su papá; y los que lo rodean, su madre, esposa e hijo. Entre sus orgullos, su militancia y el Che, “siempre estuvo donde era útil, fue médico y ejemplo en todo”, y como quien no se da cuenta explica de paso su mantra de vida.

En el 2020, a los 57 tuvo que sortear una nueva prueba apenas a cinco meses de su regreso de Venezuela. El coronavirus cobraba fuerza en el continente y una vez más se alistaban las brigadas. En menos de 24 horas estuvo en La Habana, más de un mes después partió rumbo a Veracruz, México, al frente de más de 280 colaboradores. “Saldé una deuda que tenía. En septiembre del 2005, cuando el Comandante creó la ‘Henry Reeve’ estaba en La Habana para una reunión de jefes de misión, en ese momento laboraba en Guinea, y nos invitó al acto donde constituyó el contingente. Esperé 15 años para formar parte, era algo que tenía que hacer, no podía quedarme como espectador de aquel suceso, me lo debía.

“Nuestros médicos estuvieron siempre en Zona Roja. Desplegados por todo el Estado, atendieron 48 000 pacientes en 11 hospitales. Fue muy estresante, pero regresamos con la satisfacción de la misión cumplida y sin enfermarnos. “Los mexicanos presumen de los lazos que unen a Veracuz y a Cuba, Martí entró al país por el puerto de ese estado, el centro histórico se parece mucho a la Habana Vieja y muy emocionante resulta visitar Tuxpan.

La brigada de nueve colaboradores que estuvo allí vivió la emoción de celebrar el 26 de Julio en esas tierras; sus habitantes dicen con orgullo que de ahí sa lió el Granma”.

—La misión en Veracruz tuvo dos singularidades, fue de las más grandes frente al SARS-CoV-2 fuera de Cuba, y salió por tres meses y regresó a los cinco.

—Eso muestra el altísimo reconocimiento a nuestro trabajo, a la entrega del personal que día a día ponía su vida en riesgo. A finales de agosto debimos regresar, pero a principio del mes cuando nos reunimos de conjunto con el cónsul cubano y con el Gobernador para explicarle los resultados de la labor, nos pidió dos meses más.

“Fue un impacto muy fuerte. Tras una misión tan difícil como quien dice ya nos sentíamos en casa. Cuando desde Cuba nos confirmaron la prórroga tuvimos que ir a cada uno de los lugares donde estaban los colaboradores. “Primero, como en cualquier misión cubana, partía de la voluntariedad, a quien lo deseara se le daba la oportunidad de regresar. Ahí recibimos otro aliciente. Solo vinieron cinco, y por problemas de salud. Incluso una doctora que sometimos a cirugía allá me decía ‘yo no quiero irme’, pero su recuperación debía hacerla aquí.

“En la despedida, resaltaron la disposición, los principios y la entrega de los nuestros, los valores se ponen a prueba en tareas como esta”. El 28 de octubre llegaron a “la tierra más linda del mundo”. Las cámaras captaron en el aeropuerto las sonrisas amplias, durante el encuentro con el Presidente Díaz-Canel guardaron las remembranzas y otra vez, el compromiso.

Ya en el terruño el Dr. Leonardo se mantiene ocupado en las vacaciones, sabe que el tiempo no se puede desperdiciar.

“Cuando volví de Venezuela tampoco me aguanté y fui al hospital a los pases de visitas, a ver a los residentes, a los pacientes, a los profes”. Así confensó quien luego asumió, nuevamente, la dirección del hospital Pediátrico y ahora se encuentra de misión. Con más de 30 años dedicados a la Medicina, la mayoría de ellos con responsabilidades administrativas, tal parece que el Dr. Leonardo Ramírez lo ha logrado todo. “Todavía tengo mucho por hacer. Mientras tenga salud buscaré la manera de ser útil y trataré de estar en el grupo de los que aportan a la Revolución”, esa obra mayor que se conforma con la misión de servir de seres como el hijo de la China y Negrito. (Texto: Carmen Luisa Hernández Loredo/ colaboradora de Radio Cadena Agramonte) (Foto: Adelante)


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