
Camagüey, 20 dic.- En un año donde otros podrían pensar en el ocaso, Julio César La Cruz ha demostrado que su leyenda sigue escribiéndose con letras de ambición y conquista.
Su elección como Atleta Masculino del Año en Cuba para 2025 no conmemora simplemente un pasado glorioso, sino que corona un presente de transición exitosa y un futuro cargado de promesas históricas. Lejos de conformarse con su inmenso palmarés amateur, "La Sombra" ha dedicado este año a tejer, con precisión y paciencia, su camino hacia la cumbre del boxeo profesional.
Un podio global en la nueva era. La Cruz aseguró su lugar entre los mejores del mundo en el nuevo panorama olímpico al conseguir una medalla de bronce en el evento mundial convocado por World Boxing. Este resultado, más que un final, fue una afirmación contundente: incluso en un entorno renovado y competitivo, el talento y la técnica del cubano siguen siendo una garantía para subir al podio y mantener a Cuba en la élite del boxeo internacional.
El salto cualitativo: de continental a retador mundial. El hito más significativo de su 2025 llegó en el ring profesional. Tras conquistar la faja continental de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), La Cruz dio el golpe de autoridad definitivo al lograr su conversión en retador oficial y directo al Cinturón Mundial de la categoría crucero. Este estatus no es solo un logro; es un billete a la inmortalidad en un segundo código, colocándolo a una sola pelea de un título que fusionaría su leyenda amateur con la consagración profesional.
La raíz de su grandeza: un dominio nacional sin precedentes. Mientras sus miras se expanden globalmente, La Cruz reafirma de donde viene su fuerza. En 2025, extendió su asombroso récord al lograr su decimoquinto título nacional consecutivo. Este dominio absoluto en casa, un verdadero récord de reinado, es el cimiento inquebrantable sobre el cual construye sus aspiraciones mundiales, recordando que su reinado en Cuba sigue más vigente que nunca.
El 2025 de Julio César La Cruz ha sido, en definitiva, el año de la evolución cumplida. Con un pie firmemente plantado en la tradición de excelencia cubana y el otro dando un paso decisivo hacia la gloria profesional, ha demostrado que su clase es atemporal. El reconocimiento como Atleta del Año celebra precisamente esto: no un solo momento de brillo, sino la maestría continua de un campeón que sigue redefiniendo, a golpe de constancia y talento, los límites de su propio legado. Ahora, el mundo espera su asalto definitivo al cinturón mundial. (Texto: Amado Javier Fernández/colaborador de Radio Camagüey) (Foto: Internet)