Por Pablo Labrada Olivera/ Radio Cadena Agramonte.
Para Nicolás Guillén la suave comarca de pastores y sombreros fue un sitio físico y tangible en su corazón; siempre –incluso con avanzada edad,- disfrutó sus calles enrevesadas y adoquinadas, las antiguas casonas de tejas rojas y el legendario tinajón.
Por estos días intermedios de julio se le evoca con añoranza lugareña; y es que aún se escuchan las carcajadas picarescas del Poeta Nacional, como un verdadero cubano de ayer y de hoy.
Con su fina ironía, Guillén cruzó en su obra poética los duros senderos de la política y la ancestral dicotomía entre lo culto y lo popular, descarnando al capitalismo como sistema opresor y enajenante. Y es que su poesía denuncia, salta, corre y se divierte; se alimenta del negro y el blanco, del obrero y el campesino, pasa desde los confines de un mal pasado hasta la luz próspera de nuestros días.
Este lugareño, ataviado con su guayabera blanca y sonrisa grande, camina por las calles del Camagüey; allí se le advierte, compartiendo con los niños, mujeres y hombres, con los que entrecruza jaranas y criolladas de fino humor.
En su multiplicidad poética Guillén no dejó escapar las escenas y glorias deportivas de su época. Su canto de exaltación y honor llegó, por ejemplo, a José Raúl Capablanca, campeón mundial de ajedrez, a quien dedicó su poema “Deporte”, perteneciente al libro “La paloma de vuelo popular” del año 1958.
Un pequeño fragmento ilustra la grandeza del ajedrecista cubano.
…Junto a torres y alfiles,
El sombrero en la mano
(para las damas)
La sonrisa en el aire
(para los caballeros)
Y su caballo blanco
Sacando chispas puras
Del empedrado…
Y el béisbol, el pasatiempo nacional, no escapó de la pluma guillenana con la “Elegía a Martín Dihigo”, tras la pérdida del que muchos consideran como el pelotero cubano más completo de todos los tiempos, muy querido y aplaudido por su pueblo.
…Se lo llevan.
Con la fuerte cabeza reclinada
en su guante de pitcher va Dihigo.
El rostro de ceniza (la muerte de los negros)
y los ojos cerrados persiguiendo
una blanca pelota, ya la última…
Guillén nos enseñó que su poesía es música, músculo y sangre, que sus versos y prosa corren como un manantial indetenible en la literatura y el periodismo de su isla caribeña.