Por Yolanda Ferrera Sosa/ Radio Cadena Agramonte. Hay voces que con la llegada de la muerte, no logran ser calladas. Voces que siguen invadiendo la cotidianidad de la vida, precisamente por la inmensidad de su alcance, por la profundidad de su mensaje. Una de ellas perteneció al poeta nacional Nicolás Guillén, autor de tantas obras representativas de la cultura más acendradamente cubana.
Nació en Camagüey un 10 de julio y el 16 del mismo mes, pero del año 1989, falleció en La Habana, aún portando su carácter de presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y de miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Hijo Distinguido de la natal ciudad de Camagüey, a ella regresaba constantemente -siempre que sus ocupaciones oficiales así se lo permitieran- para contemplar los parajes donde su niñez sembró experiencias imborrables y su juventud emborronó cuartillas en la redacción del local periódico El Camagüeyano. Allí escribió, entre 1924 y 1926, poco antes de su partida hacia La Habana para radicarse en ella, la sección Pisto Manchego, pinceladas cargadas de color lugareño y donde la crítica ante la situación social imperante entonces, era una constante.
De Guillén recuerdo su contagioso humor tan criollo y una fina ironía que sabía manejar a las mil maravillas en determinadas ocasiones, como la que contaba su barbero de siempre, el ya fallecido José Rodolfo Núñez Barreras, más conocido como "El Colora’o", amigo sempiterno en su "comarca de pastores y sombreros", como calificaba a la antigua villa principeña:
"En una ocasión -rememoraba- fuimos a una fiesta en el campo. Cuando entramos a la finca, nos salió un perro bastante agresivo y Nicolás quería retroceder. En eso salió el dueño y nos gritó: ¡No teman, que está capa’o!. Él le contestó: -"No... si a lo que tengo miedo es a que me muerda".
Poseedor de una imponente memoria, era el autor de "Motivos de Son" un conversador incansable y locuaz, constante admirador de las mujeres y amante de veladas familiares.
Le caracterizaba su constante afán de ir al encuentro de los fieles amigos de la niñez y de la adolescencia en el Camagüey, camaradas de aquellos recitales a la luz de la luna en parques y plazas lugareñas, de donde surgieron sus primeros versos reunidos en el libro "Cerebro y Corazón", su primera entrega lírica. Después vendrían las obras que le consolidarían como uno de los poetas más sólidos y cultos de las letras en Hispanoamérica, iniciadas con su "Motivos de Son", que marcó un rompimiento con sus entregas anteriores.
Ese libro marcó su madurez y representó un verdadero acontecimiento cultural. Originalmente eran ocho poemas, escritos con la cadencia verbal del ritmo sonoro cubano conocido como Son, y actualmente como Salsa. Se titulaban "Negro Bembón"; "Mi Chiquita"; "Búcate plata"; "Sigue!"; "Ayé me dijeron negro"; "Tú no sabe inglé": "Si tu supiera" y "Mulata". Todos se fueron publicando en la página de Gustavo Urrutia en el habanero Diario de la Marina.
En abril de 1930 vieron la luz reunidos en un poemario con su denominación original de "Motivos de Son", el cual conservaba el habla bozal de los protagonistas, luego modificada en esos esbozos de la miserable vida de aquellos solares de barrio en la capital cubana, donde la pobreza expresaba su gran dramatismo en el ya clásico choteo criollo. Con esa obra, el escritor elevó el son al rango de versificación, tal y como aseguran los especialistas.
Después vendría "Sóngoro Cosongo", donde sus sones alcanzaron la naturalidad de otras formas poéticas sin contradicción alguna, puesto que -de acuerdo con la apreciación de su biógrafo y también poeta Ángel Augier- "la poesía clásica es rica en formas de música popular, las cuales encontraron genuina expresión lírica".
Guillén supo captar con extrema gracia criolla el sentimiento más profundo de la cubanía. Es uno de los aportes más sustanciales hechos a la literatura cubana y a la del mundo de habla castellana, como lo reconoció en una ocasión el gran autor español Miguel de Unamuno en una carta enviada al camagüeyano en el año 1932 desde Madrid:
"No he de ponderarle -le comunicaba- la profunda impresión que me produjo su libro ‘Motivos de Son’. Me penetraron como poeta y como lingüista. Es el espíritu de la carne, el sentimiento de la vida directa, inmediata y terrenal. Es en el fondo, toda una filosofía y toda una religión. Usted habla de ‘color cubano’. Llegaremos al color humano, universal o integral. La raza espiritual humana se está haciendo. Sobre ella incuba la poesía".
Con el deceso del Poeta Nacional, sin embargo, como sucede con todo lo que brilla con luz propia, de él nunca se podrá hablar en pasado. Ahí está su poesía mulata, como él la definiera, donde dejó bien sentado que una lírica verdaderamente criolla entre nosotros, no lo será de modo cabal con olvido del negro, sencillamente porque el espíritu de Cuba es mestizo.
Además de las mencionadas, entre otros volúmenes de su producción se encuentran "El Gran Zoo" y "West Indies Ltd". En su obra fustigó los prejuicios, la discriminación y la explotación de los pobres de este mundo por los poderosos. Cantó al amor en su sentido más amplio... a los líderes sociales... a su Cuba, a la cual dejó un mensaje imperecedero, con visos de porvenir porque -para él, como bien escribiera en una ocasión-: "lo mío, es tuyo/ lo tuyo es mío/ toda la sangre formando un río".
El pueblo del cual se nutrió con sabiduría -después de sumergirse en sus esencias y beber de ellas con fruición- evoca los nuevos aniversarios de su natalicio y fallecimiento, el 10 y 16 de julio, respectivamente, sencillamente porque Nicolás pertenece a esa estirpe de seres con quien la muerte, nada puede.