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De Camagüey, Ciudad de las Iglesias, La Merced


Por Olga Pardo San Román.

Cuenta la leyenda que la virgen de La Merced decidió quedarse en Puerto Príncipe, o fue así como lo interpretaron los caminantes que -transportándola por estos parajes, en el lejano año de 1701- consideraron a la lluvia y a la carreta atascada en el lodo claros signos de su deseo de permanecer en el lugar.

Supersticiosos, le construyeron una ermita, y en 1748 quedó fundada como Iglesia de La Merced por la Orden de los Mercedarios.

Ubicada en el entorno de la actualmente denominada Plaza de los Trabajadores, casi en el corazón histórico de la ciudad, continúa impertérrita.

Única en Camagüey y de las pocas en Cuba construidas en piedra, es una edificación con gran valor patrimonial.

En ella se conjugan los estilos romántico español, renacentista y barroco. Tiene naves espaciosas, bóvedas y elevada torre, además de un Santo Sepulcro para cuya confección se derritieron 25 mil pesos de plata.

Cual si fuera guardiana de los atardeceres, mira al oeste la iglesia de La Merced, bello rasgo distintivo en el rostro de nuestro Camagüey, ciudad antigua que llevaba nombre de mujer: Santa María.

El caminante que, perdido entre las enrevesadas calles, tropieza con la iglesia y entra, descubre la maravilla de la arquitectura colonial perfectamente conservada, las arcadas interiores, y el altar tan reluciente como el primer día.

Encuentra, sin buscarlo, el valor real de esta anciana villa, que cual mujer sabia, esconde sus encantos hasta el final.

El perseverante viajero queda, entonces, atrapado en la fascinación de conocer por completo cada rasgo, cada detalle, e incluso cada arruga que guarda la Ciudad de las Iglesias, Santa María del Puerto del Príncipe.  


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