Por Mariela Peña Seguí/ Radio Cadena Agramonte.
Siglo tras siglo, años tras año, día tras día, las mujeres han prestado su vientre a la naturaleza para hacer brotar de él la vida nueva. Y de esa misma manera, las madres han cargado históricamente sobre sus hombros la difícil tarea de crear.
Cuenta el escritor argentino Álvaro Yunque en su libro “Las alas de la mariposa”:
“Una poeta, madre de diez hijos, señalándomelos, me decía:
-Por los cuidados que cada uno de ellos me ha requerido, dejé de escribir un libro, cuanto menos.
-¿Y si pudiese usted volver a comenzar su vida?
--Volvería a sacrificar mis diez libros.”
Esa es, en sí, la esencia de las madres. El sacrificio.
Pero ellas saben que de él nace la vida, y que cada una de sus lágrimas representa el precio de su vocación.
Y a pesar de todo, o quizás por ello, las madres disfrutan esa vida abnegada y de privaciones, y se alzan por sobre todos los obstáculos, y echan adelante todo lo que se proponen: la familia, los hijos, el trabajo…
Porque eso es la madre. Felicidad y tristeza. Desapego y sacrificio. Razón poderosa para el amor, para la vida, para crear...