Por Raysa Mestril Gutiérrez/Radio Cadena Agramonte.
En fechas significativas de la vida de nuestro Héroe Nacional José Martí disfruto al retomar una y otra vez ese impecable ensayo, “Nuestra América”, que escribiera en 1891, donde define su percepción acerca de los pueblos que nos unen desde el Río Bravo hasta la Patagonia, en una clase magistral cuya vigencia llega a la actualidad.
“No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”.
Reafirma Martí, en esta frase cómo la unidad y la defensa de los principios esenciales de la nacionalidad son fortalezas indiscutibles ante cualquier intruso. La integración de los pueblos en grupos hoy reconocidos como ALBA, UNASUR, CELAC, y otros, reflejan cuánta razón tenía El Apóstol, cuán necesario es -entre todos- defender las ideas que hacen grande a este hemisferio.
También en su ensayo “Nuestra América” el Héroe Nacional cubano dijo: “¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas”.
La formación de los pueblos latinoamericanos se gesta desde hace siglos, con el orgullo de que, la mayoría, ha entronizado sus tradiciones y fortalezas a partir de posibilidades, del sentir de sus hijos y, sobre todo, en la defensa de sus tierras, donde la sangre del indio, mezclada con la de los próceres –muchos de ellos criollos de ascendencia española- fecundan hombres y mujeres de la talla de Chávez, Maduro, Evo, Correa, Dilma y Cristina, sólo por mencionar algunos.
Estos hombres y mujeres en su batallar diario tal parecen discípulos de José Martí, al hacer suyo este pensamiento, que bien sabe explicarnos en el magistral artículo de hace 123 años.
“…el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas”.
A 119 años de la caída en combate de José Martí, bien vale retomar sus fecundas ideas, muchas de las cuales hoy se materializan en los pueblos de América, como la integración por la que en época tan temprana él abogó cuando dijo:
“Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos”.