Por Marta Gómez Ferrals/ ACN.
Arribamos a un nuevo 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos en todo el planeta, por mandato pleno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), enfrascados en las ingentes batallas de siempre por hacer valer la verdad y esencia de los principios democráticos y de justicia de la Revolución Cubana. Y trabajando en múltiples direcciones por el desarrollo económico y social, algo vital para ese empeño.
Hoy, más que nunca, proliferan la manipulación y las mentiras sobre el tema, mediante el bombardeo mediático de la gran prensa y la maquinaria armada contra Cuba en las redes sociales, pagadas sin pudor por los enemigos, a quienes no les bastan las vueltas de tuerca al bloqueo económico, financiero y comercial que hacen padecer a una población animada por la fe martiana del respeto a la dignidad plena del hombre.
Y por estos días han aparecido nuevas listas, unilaterales y falsas, que se suman a la aberrada que acusa al gobierno cubano de promover el terrorismo. Una de las últimas es la que “denuncia” al país como violador de libertades religiosas, algo que causaría risa si su existencia no redundara en la toma de más medidas que dificultan la existencia.
El pueblo del verde caimán no se detiene y trabaja por el desarrollo y el disfrute de una vida mejor. Gracias a su coraje, tampoco el mundo se pliega, tal y como ellos quisieran, a la fuerza descomunal y extorsionadora de su poderío.
Un ejemplo es que Cuba ha sido elegida en cinco ocasiones como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la última vez ratificada el 13 de octubre de 2020, con vigencia desde 2021 hasta 2023.
A principios de noviembre último la mayor parte de la humanidad, reunida en el salón plenario de la organización mundial, volvió a apoyar la Resolución de Cuba que insta a Estados Unidos a poner fin a su política genocida contra la Isla.
Fue un escenario donde también se escuchó la denuncia de sus nefastas consecuencias para la vida del nativo y el desarrollo del país, y se reiteró la disposición de la antilla Mayor a dialogar con la administración sancionadora de manera constructiva, de igual a igual, y pese a las diferencias, para normalizar las relaciones.
Solo un territorio como este, comprometido con profundos programas que velan por la equidad, la igualdad de géneros, la protección de niñas y niños, el progreso de las mujeres, la atención adecuada en la tercera edad, entre otros de largo aliento, puede alcanzar ese reconocimiento y consenso a nivel del orbe, caminando con la frente en alto.
La aprobación este año, por consenso mayoritario reflejado en Referendo Nacional, de un Código de las Familias abarcador, actualizado y todavía más inclusivo que el anterior (1976), permite llegar al Día de los Derechos Humanos con un sentimiento de satisfacción notable, que sin duda contribuirá aún más a la defensa de la dignidad plena de los habitantes de la nación.
A pesar de la severa limitación de recursos materiales y financieros, se ha trabajado sostenidamente en comunidades vulnerables, promoviendo la participación de sus pobladores, en tareas de recuperación cuyos beneficios se han notado.
Todo ello en medio de una sociedad que no es perfecta, en la cual se han cometido errores y detectado tendencias negativas, que el propio Fidel Castro, en su momento, se propuso reducir o eliminar, pero que están muy lejos del espíritu de la Revolución que desde su triunfo el Primero de Enero de 1959 cumplió una visible obra de equidad y justicia.
Ello explica los sostenidos esfuerzos por el funcionamiento integral y masivo del sistema nacional de enseñanza obligatoria desde la niñez, así como las nuevas oportunidades de superación para adolescentes y jóvenes. Por eso están vigentes la Comisión Aponte, contra los vestigios de discriminación racial y programas que preconizan el adelanto de las mujeres en toda la sociedad, aunque en ello también ha habido, desde 1959, muy notorios avances.
Se estimula la formación de la integridad moral e incluso se ha soñado con la creación de un hombre y una mujer nuevos, desde la educación, la armonía y el amor familiar y la cultura.
Y además con el pleno acceso a fuentes de empleo, a una vivienda decorosa, a los servicios de salud, que son gratuitos a todos los niveles. ¿Son o no son esos derechos humanos básicos en cualquier lugar del planeta?
Nada parecido a lo que desgraciadamente se vive en la sociedad cuyo gobierno se ha autoelegido como paladín de esa causa, robada a los verdaderos luchadores por la libertad y democracia en sus pueblos.
Hablamos de los habitantes dirigidos por el imperio que ha creado y esparcido por el mundo los tentáculos de organizaciones siniestras como la CIA y algunas ONG a su servicio, la primera especializada en adiestrar en torturas, sabotajes, el terrorismo, los asesinatos, selectivos o no y los golpes de estado cruentos en varias naciones, por solo citar algunas gentilezas de su prontuario.
Bruno Rodríguez Parrilla, actual canciller cubano, ha ratificado reiteradamente ante la ONU la unión y resistencia de su pueblo frente a los graves obstáculos y amenazas que provoca la política unilateral de hostilidad, agresiones y bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos como la violación flagrante, masiva y sistemática a los derechos humanos que es.
Igualmente ha expuesto los avances, no solo evidenciados en el respeto y el prestigio internacional de la Isla, sino también en el disfrute integral de todos sus derechos. Además, el amplio historial en materia de cooperación en la esfera de los derechos humanos y la solidaridad de los cubanos con los pueblos del mundo.
En todo el planeta se conoce el drama que se vive en las calles de Estados Unidos, nación asolada a menudo por tiroteos masivos que siegan la vida en flor de muchos de sus ciudadanos, mientras la élite en el poder no se ocupa de tomar las medidas correspondientes para acabar con ese flagelo.
Y es ya histórico el fenómenos de las masacres y represión policial, originadas por el odio racial y el menosprecio a las minorías, el trato inhumano a los migrantes e indocumentados. Son noticias que incluso, con su gran dominio del espectro espacial tecnológico, no pueden ocultar.
Cuba, en momentos muy difíciles, cuenta también entre sus logros el combate efectivo frente a la COVID-19, en lo que mucho tuvo que ver el consagrado trabajo de su personal sanitario y las vacunas creadas por sus científicos.
Se retoma con fuerza la apertura del turismo, motor de la economía, y el desarrollo de un programa que garantice la soberanía alimentaria, generado desde cada localidad. No caben dudas de que avanzamos en materia de derechos humanos, aunque el lema vigente aquí es siempre ir por más. (Texto y fotos: ACN)