Por Gladys Dailyn Morera Cordero/Radio Cadena Agramonte
Raquel Otaño Piñero dedicó 26 años de su vida a la industria alimentaria y en ese andar formó a decenas de profesionales desde la Dirección de Recursos Humanos de la Empresa de Bebidas y Refrescos de Camagüey, convertida en un hogar y una escuela para ella.
Ahí, asegura, conoció del amor y la amistad, y aprendió a cultivarlos. Quizás por eso la decisión más difícil de su vida fue jubilarse, un sentimiento que olvida en sus continuas visitas a su otra familia, sus compañeros de siempre.
Aunque es de pocas palabras, a sus 68 años describe como en cada oportunidad regresa y comparte con esos colegas que la vida le regaló, aunque la salud no le permite continuar sus funciones como hace unos meses atrás.
No obstante, destaca con voz suave y profunda, que siente cada amigo cercano y sabe que sus enseñanzas, la exigencia, el respeto y la admiración continúan intactos. Así confirma que cada esfuerzo y sacrificio valió la pena.
Graduada de Economía en la Universidad de Camagüey, reconoce en la Empresa de Bebidas y Refrescos ese lugar que le permitió crecer como profesional y por encima de todo como persona, y, además, ser ente importante en la aplicación del perfeccionamiento empresarial y del sistema salarial.
Fueron días, agrega, que le exigieron a ella y a cada trabajador de mucha superación y constancia, y luego se revirtieron en mejoras para los colectivos. Son de esas experiencias que nunca olvida, principalmente por recordar la satisfacción de sus compañeros.
Habla del trabajo en Recursos Humanos con el respeto que merece cada obrero, y mejor que nadie conoce de la entrega de cada uno de ellos para lograr la alimentación del pueblo, un reto de los tiempos actuales, que necesitan de amor para hacer honor al sacrificio de cada jornada en la industria alimentaria a la que Raquel dedicó casi 30 años. (Fotos: cortesía de la entrevistada)
