Muchos fueron los valientes que se aventuraron a pelear por la Revolución en la lucha contra bandidos, pero pocas de sus historias son conocidas. Hiram Pérez Perera es uno de esos héroes anónimos que a 64 años de esta contienda cuenta sus vivencias.
“Participé en la segunda limpia, a mi grupo le tocó vigilar la fábrica, pero yo quería hacer más, necesitaba hacer más. Después de insistir muchas veces me separaron de la fila 13 a la cual pertenecía y me enviaron al Escambray, donde estuve cerca de 80 días. Vi a muchos alzados corriendo la mayoría de las veces, ellos no estaban en condiciones de hacerles frente a nuestras tropas.
Era parte de una compañía móvil, hacíamos operaciones para que ellos huyeran y nuestras tropas los atraparan más adelante. Nosotros caminábamos y rastreábamos, marchábamos en forma de culebra, zigzagueando, mientras que otra compañía los capturaba en su huida.
Me involucré en algunas emboscadas, pero no puedo decir que se desarrollaron batallas épicas. Durante uno de mis primeros días allá, mi fusil estaba sucio y decidí limpiarlo durante uno de nuestros descansos, en mi inexperiencia lo coloqué con el cañón apuntando a mis pies, pero no estaba descargado y acabé presionando el gatillo accidentalmente, la bala pasó por el espacio entre mis dedos y solo me hizo un pequeño roce. Esa fue la única lesión que me hice en la campaña”.
Pérez Perera recuerda y sigue refiriendo: “No nos quedábamos mucho tiempo en un mismo lugar, en un campamento estuvimos unos diez días, en otros siete y en algunos solo tres, estábamos en constante movimiento.
Pocos días antes del regreso estuvimos en Cabagan, cerca de un puente de la carretera del Circuito Sur, entre nuestro campamento y la carretera había unos tres kilómetros y podíamos ver los carros pasar. Para entonces la mayoría de nosotros anhelaba volver a su hogar, con sus familias, pero estábamos dispuestos a quedarnos el tiempo que fuera necesario. Unos días más tarde nos llegó la orden de retorno”.
Quienes pelearon en la lucha contra bandidos regresaron triunfantes, recibieron medallas y condecoraciones; sin embargo, los sucesos que vivieron los combatientes dejaron en ellos una huella imborrable.
“La experiencia me marcó porque me pasé mi juventud entre las faldas de mi madre y nunca había estado lejos de mi familia. Regresé como otra persona, me volví más independiente y fuerte, cambié para bien. Hay que apreciar la voluntad, la dignidad y la disposición necesarias para aventurarse a ese lugar, para combatir por la Revolución arriesgando nuestras vidas. Me siento bien sabiendo que hice lo que debía, me alegro de ser cubano, de haber nacido donde nací”. (Suset Acosta Pérez/estudiante de Periodismo Radio Nuevitas) (Fotos: Radio Nuevitas)