La proyección hacia Latinoamérica del presidente electo de Estados Unidos está sembrando tempestades antes de volver a la Casa Blanca.
Primero fueron las amenazas a México con subir los aranceles a sus productos si el país vecino no detenía la llegada de indocumentados y el tráfico de fentanilo – como si eso fuera una responsabilidad mexicana -, a lo que acaba de agregar el propósito de declarar a los cárteles del narcotráfico como organizaciones terroristas, lo que anuncia el ya sabido deseo republicano de militarizar la frontera.
Pero las amenazas de Donald Trump no planean únicamente sobre México. Su injerencista prepotencia se ha extendido hasta tocar lo más sentido del pueblo panameño, país al que ha anunciado que Estados Unidos le exigirá el control sobre el Canal, por considerar que la vía interoceánica cobra a los barcos de esa nación tarifas excesivas.
Causa nacional
La soberanía sobre el Canal de Panamá es la causa que con más fuerza une al pueblo panameño. El paso marítimo nació intervenido por Washington por medio de oprobiosos tratados, y fue la bandera que movilizó al país durante décadas.
Esa lucha tuvo su más alta expresión en la movilización estudiantil de 1964, saldada con una veintenade jóvenes asesinados.
Mucho después de la firma de los Tratados entre el presidente panameño Omar Torrijos y el estadounidense James Carter en 1977, según los cuales el canal pasaría a manos istmeñas en el año 2000, muchos interpretaron que la invasión estadounidense justificada con la captura del General Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico, perseguía en verdad impedir la devolución del Canal a Panamá.
Trump juega con fuego si amenaza con volver a arrebatarlo. (Radio Reloj) (Foto: Tomada de Internet)