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Diamante, Capitolio Nacional, Salón de los Pasos perdidos, Kilómetro cero

Robo del diamante del Capitolio: un misterio cubano de 1946 (+ Fotos)


El 25 de marzo de 1946, fue sustraído del Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional, el diamante de 25 quilates que marcaba el inicio de la Carretera Central, el kilómetro cero.

El brillante del Capitolio perteneció a la dinastía de los Romanoff, en la Rusia Zarista. Tras el triunfo de la Revolución de Octubre, que derrocó al Zar en 1917, un joyero de origen turco que hacía negocios en Cuba, Isaac Estefano, adquirió varias de sus pertenencias y en 1921 trajo la joya a Cuba desde Francia debido a que la Primera Dama, María Jaén, esposa del presidente Alfredo Zayas, se interesó en ella, pero la venta no se realizó.

En 1928 Estefano vendió el diamante a un joyero radicado en La Habana, el individuo era amigo de Gustavo Parodi, asistente de Carlos Miguel de Céspedes, secretario de Obras Públicas del presidente Gerardo Machado. Parodi mostró a Céspedes el brillante y éste lo compró para ser colocado en el Capitolio, que para ese entonces se edificaba, en 12 millones de pesos; de los cuales tres millones fueron aportados por la Secretaría de Obras Públicas y los nueve restantes mediante una colecta pública en la que participaron abogados, arquitectos, ingenieros y contratistas, todos ellos ligados a la construcción del Capitolio.

En horas de la mañana del 25 de marzo el policía del Congreso, Enrique Mena, se percató de la ausencia del brillante, de inmediato les comunicó el hecho a sus superiores; el presidente del Senado, Miguel Suárez Fernández, suspendió de empleo y sueldo a los guardias del turno nocturno y ordenó una investigación.

En la noche anterior en el Salón de los Pasos Perdidos había culminado una exposición de arte patrocinada por el Ministerio de Educación, evento al que había asistido un numeroso público, la deficiente vigilancia de los custodios facilitó que al término de la actividad los ladrones permanecieran en el local, ocultos tras los cuadros. La Policía inició una investigación que a criterio de los peritos, el robo, era obra de especialistas.

Los delincuentes dejaron en el lugar un forro de sombrero manchado de sangre, fósforos usados y un letrero escrito a lápiz que decía: 2:45 a 3:15 25 kilates; lo que, según los expertos, marcaba el tiempo empleado en la operación.

Quince meses después como por arte de magia, el diamante apareció en la mesa de trabajo del presidente de la República, Ramón Grau San Martín. La prensa publicó en detalle ambos sucesos, pero las causas no fueron reveladas. (Arleén Calvo Lacal/tomado de la revista Espacio Laical) (Fotos: Tomadas de Internet).


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