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Santa Cruz del Sur, aceite, Gerardo García Calet, metal, acero, piezas

Gerardo, innovador desde el torno


El olor a aceite y el sonido rítmico del torno son la banda sonora de la vida de Gerardo García Calet. A sus 63 años de edad, lleva más de cuatro décadas esculpiendo metal, transformando el frío acero en piezas precisas y funcionales. 

Sus manos curtidas, surcadas por el paso del tiempo y la fricción del acero, revelan la consagración de un hombre que asume cada encargo como un reto. 

Los últimos 35 de esos años, ha prestado ininterrumpidamente sus servicios al taller del Partido Comunista de Cuba en Camagüey. Adelante dialogó con él, para explorar las satisfacciones y desafíos de una vida dedicada a la creación con las manos.

Nacido en el Central Cándido González, en Santa Cruz del Sur, la vocación tiene origen en la tradición es familiar, pues su padre y hermano fueron torneros. 

"A la salida de la escuela yo solía llegar al torno a saludar a mi papá. Allí me metía, miraba las máquinas, pero de niño me parecían peligrosas, demasiado hierro. Muchas veces observé el proceso de trabajo, pero como tal nunca me llamó la atención”.

Se decidió a los 17 años por la fabricación de azúcar, pero se casó y se mudó para Camagüey, una ciudad sin central.

"Le dije a mi mujer: búscame una escuela de lo que sea, lo primero que aparezca, y apareció la tornería. Comencé en la Fábrica de bombas de agua, nunca lo había practicado y allí me fui superando. Tenía aquello de que en la sangre había torneros, así que me convencí de aprender y hacerlo bien".

Trabajó en el taller Paco Cabrera y el Jesús Menéndez, hasta que en el año 1990 llegó a su centro actual, lugar donde ha cosechado varios logros y reconocimientos por su labor.

"Desde el torno me he dedicado a resolver problemas. La escasez de piezas y materiales nos ha llevado a tener que innovar, y he recibido varios premios en distintos años. Tenemos las máquinas y herramientas, y aquí es donde se producen, recuperan y rehacen las piezas".

Asegura que lo principal es el interés que uno le pone al trabajo y en ser útil al resolver los problemas, especialmente en momentos complejos como los actuales.

"Ahora la escasez es más grande todavía, el bloqueo nos tiene muy mal con el tema de las piezas y no hay prácticamente recursos. Todo lo que viene aquí hay que aprovecharlo, no se puede botar nada. Debemos lograr racionalizar las herramientas.

"Las jornadas de trabajo son intensas, y el tema del fluido eléctrico nos golpea enormemente. El taller pasó a ser una Unidad Empresarial de Base, y ya no dependemos de un salario fijo, aquí hay que buscarlo y se reparte entre todo el colectivo. El apagón es un gran inconveniente, pero no paramos, se trabaja sábado, domingo, de noche, en el momento que haya la oportunidad".

Con tantos años de experiencia, son incontables los trabajos complejos que ha realizado, de ellos recuerda la recuperación de los cabezales de las motos, donde va el tubo de escape. Explica que esta pieza es complicada, pues hay que preparar mandriles y una serie de aditamentos distintos para poder centrarla y hacerle las roscas nuevas.

"También puedo mencionar las reparaciones de todo tipo de terminales de carros, esféricos y direcciones completas. Son cosas que con el paso del tiempo y la experiencia que uno adquiere prácticamente lo realiza con los ojos cerrados, porque lo has hecho tantas veces que se te graba el trabajo".

De la tornería le gusta todo y cada día aprende algo nuevo.

"El tornero que te diga que se lo sabe todo está en un error, porque cada jornada tú te topas con un fenómeno distinto. Cosas a las que debes ponerle cerebro, meterle la inteligencia para poder lograr sacar las piezas que te queden con calidad, y con responsabilidad, son cosas delicadas y no pueden tener fallos".

Gerardo conserva muchos recuerdos positivos de su centro laboral, cariño y consideración a su persona por parte de los diferentes jefes y compañeros con los que ha compartido.

"Con mi forma de ser creo que me he ganado el respeto de todo el mundo, sentimiento que recíprocamente profeso hacia todas esas personas también. Me llevo bien con todo el mundo, todos me conocen y pasan a mucho por aquí. Dicen que el corazón del taller está aquí, en el área de maquinaria, porque es donde se hacen mayormente todos los trabajos de recuperación, de adaptación, de innovación, nosotros le buscamos la solución. Tratamos siempre de mantener el transporte en funcionamiento, que es nuestro objeto social".

Define el oficio de tornero como de mucha consagración e idea. Tener en la  mente la concepción de qué y cómo se hará, con la calidad que debe quedar y la importancia de la pieza es fundamental para poder mantener en forma los equipos. No es hacer por hacer, es hacer y hacerlo bien.

Es difícil imaginarse el taller sin Gerardo, y él tiene claro que de allí no se va.

"Yo me siento bien y si la salud me lo permite, seguiré aquí hasta que ya no pueda más, innovando desde el torno y ayudando a resolver los problemas". (Texto y foto: Luis Adrián Viamontes Hernández/Adelante Digital)


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