El 19 de junio de 1907 falleció en La Habana Leonor Pérez Cabrera a la edad de 79 años, la amantísima madre del Héroe Nacional de Cuba, José Martí por quien expresaba un sentimiento muy especial.
Para hablar de Doña Leonor siempre habrá que vincularla con José Martí y los lazos tan fuertes entre ambos, como cuando, casi adolescente, manifestó sus ideas contrarias al régimen colonial español por lo que sufrió cautiverio en las Canteras de San Lázaro; ello le provocó heridas en los tobillos por el roce de los grilletes y cadenas, las cuales pesaban demasiado en su corazón de madre y quiso calmarlas enviándole con el padre al hijo prisionero, unas almohadillas para alejar la piel del hierro lacerante.
José Martí dedicó a su madre sus primeras inspiraciones poéticas; a los 17 años le escribió “Mírame, madre, y por tu amor no llores, si esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón llené de espinas, piensa que nacen entre espinas, flores”; a propósito de una foto que lo reproducía en grilletes y rapado, sufriendo los desmanes del trabajo forzado en las canteras de San Lázaro.
Tras la muerte de Martí en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, Doña Leonor se encontraba muy enferma, ciega, y atravesaba graves dificultades económicas. Vivió durante dos o tres años en la calle Paula, en La Habana, pero se vio en la necesidad de alquilar el local y se trasladó a residir con su hija Amelia, donde falleció cobijada por el amor de ella y de cuatro nietos que tenía bajo su abrigo.
Dicen que murió al parecer mientras dormía, en la mecedora, en la cual solía pasar horas sin hablar, sumida en meditaciones y recuerdos.
Madre y fortaleza fue hasta el último minuto de su vida esta mujer, forjadora de principios, de un estoicismo que nutrió sus memorias y sirvió para hacer nacer en su hijo la constancia y la fuerza de sus mejores sentimientos. (Texto: Arleén Calvo Lacal/Radio Cadena Agramonte con información del periódico Invasor) Foto: Tomada de Internet).