La Habana, 16 jul.- Conocido como el más profundo investigador de las raíces histórico-culturales afrocubanas, Fernando Ortiz, nacido un día como hoy de 1881, es considerado el sabio por excelencia; su legado abarca las ciencias, la cultura y la sociedad, catalogándose como unos de los autores cubanos más transcendentales del siglo XX.
Dedicó su vida al descubrimiento de la esencia cubana, enfocándose especialmente en el rescate y revalorización de la presencia africana en la cultura de la isla.
Pionero en la indagación de los procesos de transculturación y la formación histórica de la nacionalidad, cursó Derecho en la Universidad de La Habana entre 1885 y 1898, completando su licenciatura en la Universidad de Barcelona en 1900 y doctorándose en la Universidad de Madrid al año siguiente.
La arqueología ocupó un lugar significativo en su trayectoria; no solo fomentó el estudio del pasado indígena y la protección de su legado cultural, sino que fundó y presidió la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, impulsando la inclusión de estos temas en los Congresos Nacionales de Historia.
Ortiz Fernández es, sin duda, el precursor de los estudios sobre la cultura de origen africano en Cuba, equiparado en su impacto a figuras como el mexicano Alfonso Reyes.
Su carrera se inició con una incursión en el hampa afrocubana, explorando la vida marginal de las periferias habaneras, siguiendo las huellas del sociólogo José Antonio Saco y el literato Miguel de Carrión.
Entre 1915 y 1926, ocupó cargos destacados, incluyendo su rol como representante por la Provincia de La Habana y vicepresidente de la Cámara de Representantes.
Sus obras reflejan notables inquietudes políticas y sociolingüísticas; fue Representante a la Cámara durante una década, a partir de 1917.
Entre 1931 y 1933 residió en Washington, donde realizó diversas actividades de denuncia contra el régimen dictatorial que Gerardo Machado había impuesto en Cuba.
Al inicio de su estancia en Estados Unidos, participó en la sesión anual de la Asociación Americana de Historia, donde denunció la negativa incidencia de diversos factores económicos y políticos estadounidenses en el desarrollo histórico de la Mayor de las Antillas.
Su defensa de la causa de los negros y su reivindicación de la herencia indigenista lo posicionan como un firme representante del antirracismo en Cuba, ejemplificado en su obra El engaño de las razas, redactada en 1944 y publicada dos años después.
Desde estas posiciones defendió la democracia como vía esencial para salvaguardar la libertad y la soberanía nacional.
A lo largo de su vida Ortiz recibió numerosas condecoraciones y distinciones, entre ellas la medalla de socio de mérito de la Sociedad Económica de Madrid (1928) y varios doctorados Honoris Causa, otorgados en Humanidades por la Universidad de Colombia.
La labor como hombre de ciencia e investigador fue reconocida hasta el final, como en el Coloquio sobre las aportaciones africanas en América Latina y la zona del Caribe organizado por la UNESCO en 1968.
Dirigió asimismo numerosas publicaciones periódicas y fundó instituciones culturales que, a lo largo de su vida, contribuyeron a ampliar las concepciones no eurocéntricas de la antropología cultural y la historiografía en Cuba.
La actual Casa de Altos Estudios que lleva su nombre, en el corazón del Vedado capitalino, ofrece a las ciencias sociales un espacio para el estudio y el debate del conocimiento existente y futuro, así como el desarrollo de investigaciones.
La Fundación, creada el 21 de septiembre de 1995, es una institución cultural cubana de carácter público y civil, no gubernamental, dotada de personalidad jurídica y patrimonio propios, y sin fines de lucro.
Sus misiones principales son el estudio y la divulgación de la vida y obra del sabio cubano, así como el desarrollo de investigaciones científicas sobre la identidad cultural de Cuba.
Por la profunda labor investigativa del sabio se le ha llamado el tercer descubridor de Cuba, después de Cristóbal Colón y Alexander von Humboldt.
Fernando Ortiz Fernández falleció en La Habana el 10 de abril de 1969, a los 87 años; su obra, declarada Patrimonio Cultural de la Nación Cubana en 2019, consagra el compromiso del Estado y sus instituciones con la custodia, preservación, promoción y difusión de su legado entre las generaciones actuales y futuras. (Fuente: ACN)