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Alfredo López, adalid de los obreros


El 20 de julio de 1926 cayó asesinado por órdenes del tirano Gerardo Machado el líder de la clase obrera Alfredo López y sus banderas de combate aún permanecen enhiestas, como lecciones para enfrentar los retos de estos tiempos.

Aquel revolucionario en la flor de la vida estaba a punto de cumplir 32 años, fue apreciado en su valor por Julio Antonio Mella quien lo llamó hermano y camarada entre otros calificativos que dan idea de sus valores y carisma.

Tuvieron que pasar varios años para que sus restos aparecieran en las faldas del Castillo de Atarés, donde había sido recluido y torturado.

A pesar de su juventud Alfredo López fundó y dirigió la Federación Obrera de La Habana (FOH) y la Central Nacional Obrera de Cuba (Cnoc). Su activismo sindical y su lucha jalonaron el primer lustro de la década del XX. Alcanzó a cumplir dos obras de gran trascendencia histórica.

Nació en el poblado de Sagua La Grande, antigua provincia Las Villas, el 2 de agosto de 1894, era hijo del anarquista asturiano Alfredo López de Cossío, radicado en Cuba, y de Patricia Arencibia. Desde muy temprano se dedicó a labores tipográficas como medio de sustento.

Cuando decide residir en La Habana, esa preparación le sirvió para emplearse en la imprenta La Mercantil, en la cual pronto se sumó a las  demandas de los obreros por mejores condiciones de vida.

En la capital, además, le encontró sentido a las ideas de lucha de su padre, ajustadas a su entorno y evolucionadas. Sin cumplir los cuatro lustros, ya Alfredo era uno de los auspiciadores y líderes de la Asociación de Tipógrafos. En 1918 y 1919 organizó sonados mítines por el Primero de Mayo en la capital cubana.

Se le vio fundando la Federación Obrera de La Habana (FOH), primero, y en consecuencia, más adelante y ya más experimentado como dirigente, en la creación de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (Cnoc).

Mantuvo el empeño en trabajar sin descanso por la unidad de la clase obrera, a fin de garantizar la capacidad combativa del sector. De ahí su énfasis por crear las organizaciones a las que se entregó con valentía.

Al mismo tiempo en que organizó las manifestaciones por el Primero de mayo, tomó parte en las huelgas obreras en las que se unieron los sectores de la construcción, ferroviario, tranviario, tabacaleros y azucareros de Las Villas y Camagüey. Lo animaba un gran fuego en el combate por la justicia.

Carlos Baliño, líder de pensamiento marxista en Cuba y colaborador de José Martí en el exilio, apoyó a López en el propósito de alcanzar la unidad entre los diversos gremios obreros y de trabajadores de todo el país. Laboraron juntos con denuedo para conseguir la organización sindical nacional que plasmara ese ideal.

Creó en 1922 la Escuela Racionalista, a la que asistían en horario diurno hijos de obreros, mientras los adultos lo hacían en la noche.

Algunos consideran esa institución una suerte de antesala de la Universidad Popular José Martí, fundada por Julio Antonio Mella el 3 de noviembre de 1923. Cuando Mella creó su trascendental institución, Alfredo López estuvo entre sus más fieles colaboradores.

Entregado al combate por la justicia con su inteligencia y vigor, fue un joven cubano fiel a su tiempo y a lo que consideraba su deber. Luchó por los demás, más que por sí mismo, dijeron quienes lo conocieron,pues con su salario de linotipista en la empresa donde trabajó, podía haber sostenido cómodamente a una familia, sin riesgos para su vida.

Dio todo por la clase obrera desde temprano quien, sin embargo, a veces pareciera un “dandy”, vestido habitualmente con traje oscuro y elegante corbata blanca. Eso sí, y en eso se fijó Mella, en los bolsillos de su ropa había todo tipo de folletos impresos con los derechos de los trabajadores. Inefable Alfredo López. (Fuente: ACN)


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