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Radio Cadena Agramonte emisiora de Camagüey

historia, La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes

Amanecer sin cadenas


La madrugada huele a caña y a historia. En la quietud de La Demajagua, bajo el cielo de Oriente que comienza a teñirse de naranja, un hombre de mirada serena y determinación de acero se apresta a cometer el acto más sublime de rebeldía. Se llama Carlos Manuel de Céspedes, y hoy, ante Dios y los hombres, no solo liberará a sus esclavos, sino que liberará a toda una nación del yugo de tres siglos.

Son las primeras luces. El sol se encarama sobre la silueta del Turquino, testigo mudo de lo que está por ocurrir. Céspedes, sostiene en sus manos un documento que pesa más que cualquier cañón. Dirige sus palabras a un grupo heterogéneo: sus antiguos esclavos, ahora ciudadanos; patriotas criollos de rostros ansiosos; hombres libres que han apostado todo por un sueño llamado Cuba.

Su voz, clara y resonante, corta la bruma matinal: “¡Ciudadanos! Hasta este momento, hemos sido esclavos. Los que ayer éramos una propiedad, hoy somos hombres libres. Los que éramos colonia, hoy nos declaramos Patria libre e independiente”.

La respuesta de la multitud no se hace esperar. Un grito, surgido desde lo más hondo del pecho, estalla y se pierde en los campos de caña: ¡Viva Cuba Libre! Es el sí de un pueblo a su propio destino. Los machetes, herramientas de trabajo, se alistan ahora como armas de libertad. La determinación brilla en cada rostro, mezclada con el temor y la valentía de quien sabe que está escribiendo la primera página de una larga y sangrienta epopeya.

La chispa de libertad qué saltó en la aurora prende los corazones de todo un pueblo. El sol ya está alto sobre La Demajagua. Ilumina el primer día de libertad. La lucha apenas comienza, pero la dignidad, hoy, ya ha ganado su primera y más importante batalla. (Texto: Viviannes Yumar Leyva/estudiante de Periodismo) (Foto: Internet)


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