
Camagüey, 27 oct.- La lluvia cedió por un instante, y la amenaza del huracán Melissa pareció desvanecerse ante la fuerza del arte. Mientras los pronósticos advertían de su impacto en el oriente cubano, el Teatro Principal de Camagüey se convirtió en refugio de luz, danza y gratitud.
Sobre el escenario, el Ballet de Camagüey y el Ballet de Santiago de Cuba ofrecieron una noche excepcional dedicada al maestro José Antonio Chávez Guetton, coreógrafo, pedagogo y Premio Nacional de Danza 2023. Fue un concierto de reverencia y memoria, una celebración del movimiento como lenguaje de resistencia.
A pesar de la lluvia persistente y la incertidumbre que traía la oscuridad, el público llenó la sala. Nadie quiso perderse la oportunidad de acompañar este tributo, en el que cada gesto, cada giro, cada respiración coreográfica parecía un acto de agradecimiento.

El recorrido por la obra de Chávez se articuló como un viaje emocional, con piezas como El Beso de la Muerte, Adam Pas de Deux, Ofelia, Desequilibrio y Vivaldiana.
Fue una velada de entrega y respeto, donde la danza se erigió como metáfora de la vida misma. Afuera, el viento contenía su furia; adentro, el arte tejía su propia calma. Porque la resiliencia también es danza, y la belleza sabe florecer incluso al borde del caos.

El homenaje formó parte de una jornada dedicada a celebrar la trayectoria de José Antonio Chávez, figura clave en la pedagogía de la danza cubana. Desde finales de los años setenta, Chávez echó raíces en Camagüey, integrándose al Ballet de la ciudad, donde su huella ha sido imborrable. Allí impartió técnica clásica, pero sobre todo una filosofía de creación: el cuerpo no como adorno, sino como discurso.
Obras como Ofelia, Concierto barroco y Vivaldiana revelan una sensibilidad única: la búsqueda de una danza que piense, que dialogue con la música y con la condición humana. Como profesor, coreógrafo y maître, Chávez ha formado generaciones. Sus alumnos recuerdan su frase constante: “El cuerpo debe pensar mientras baila”.
El viernes, como preludio a la función, se presentó el documental “Chávez en cuerpo y alma”, producido por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y Lucem Agency, bajo la dirección de los jóvenes realizadores Marianne Portuondo Méndez y Víctor Pando González, junto a la reconocida artista Mayra González. La obra reconstruye con sensibilidad y rigor los caminos vitales y artísticos del maestro, mostrando el legado vivo que ha dejado en la danza cubana contemporánea.
A lo largo de décadas, Chávez ha cultivado discípulos, estilos y sueños. Su magisterio ha trascendido el aula y el escenario, convirtiéndose en una ética de vida. “He vivido para la danza, y ella me ha devuelto todo con creces”, declaró al recibir el Premio Nacional de Danza.

Este fin de semana, Camagüey le devolvió ese amor con creces. En medio de la incertidumbre climática, el arte fue abrigo. La tormenta esperó su turno para hablar, mientras la danza, por unos instantes, volvió a nombrar la esperanza. (Idaylen Rodíguez Rodríguez/Radio Cadena Agramonte) (Fotos: Cortesía de José Antonio Ortiñas Prima/Artes Escénicas Camagüey)