
La Habana, 1ro. nov.- La victoria diplomática de Cuba en la ONU sigue resonando hoy en el mundo, tras la aprobación esta semana, por trigésimo tercer año consecutivo, de una resolución que condena el bloqueo estadounidense y exige su levantamiento inmediato.
La medida obtuvo 165 votos a favor, siete en contra y doce abstenciones, en un contexto marcado por una intensa campaña de presión diplomática de Washington para debilitar el apoyo internacional a La Habana.
El resultado refleja, una vez más, el aislamiento de la política estadounidense en un asunto que ha trascendido divisiones ideológicas y alineamientos geopolíticos.
A pesar de las gestiones encubiertas de Estados Unidos, advertencias diplomáticas y un discurso confrontacional desde su nueva representación en la ONU, la comunidad internacional volvió a expresar su rechazo al cerco unilateral que afecta a todos los ámbitos del país caribeño.
Durante el debate previo a la votación, el canciller cubano Bruno Rodríguez presentó un detallado informe sobre los efectos del bloqueo, que cifra en más de siete mil 500 millones de dólares los daños económicos acumulados en el último año, un incremento del 49 por ciento respecto al periodo anterior.
Rodríguez denunció la política de Washington como “una agresión sistemática” y criticó con dureza la intervención del representante estadounidense, al que acusó de difundir “un discurso infame, amenazador y cínico”, vinculado, según afirmó, con sectores extremistas de la diáspora anticubana en Miami.
La votación tuvo lugar en un momento de alta tensión global, con conflictos armados en curso, crisis humanitarias y disputas comerciales que han fracturado consensos internacionales.
Sin embargo, en este escenario, el bloqueo contra Cuba emergió como una excepción moralmente cuestionada: una medida de más de seis décadas que afecta directamente al acceso de la población a medicamentos, alimentos, tecnologías y financiamiento, y que carece de sustento en el derecho internacional.
Países de África, Asia, América Latina, el Caribe y buena parte de Europa coincidieron en calificar la política estadounidense como obsoleta, ilegal y contraria a los principios de soberanía y no injerencia.
Tras la votación, el presidente Miguel Díaz-Canel destacó en redes sociales que “las groseras presiones yanquis lograron quebrar a unos pocos. Pero la mayoría del mundo volvió a votar junto a Cuba por la Vida”.
Por su parte, la Cancillería cubana subrayó que “el veredicto de la comunidad internacional es irrebatible: el bloqueo es un instrumento de agresión inaceptable”.
Treinta y tres años de condena casi unánime en la ONU no constituyen una repetición protocolaria, sino una constatación persistente: en un mundo dividido, persisten principios que aún unen a la mayoría de los Estados —entre ellos, el rechazo a castigar colectivamente a un pueblo por su derecho a decidir su propio destino.
La votación de esta semana no solo reafirma un consenso global sostenido durante más de tres décadas, sino que subraya la creciente distancia entre la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba y las normas del derecho internacional y los principios de la Carta de las Naciones Unidas. (Texto y foto: PL)